Deporte / JUNIO 01 DE 2023 / 3 meses antes

“Eso pa’ qué ese equipo”, hincha sobre el Deportes Quindío

Autor : Redacción deportes

“Eso pa’ qué ese equipo”, hincha sobre el Deportes Quindío

Muy poco mostró el Deportes Quindío en el torneo Apertura de la Primera B. En los cuadrangulares semifinales, cumplidos 3 juegos, no conoce la victoria y perdió todas sus posibilidades de ser finalista.

Su caída 0-2 ante Fortaleza lo sentenció. Restan 2 juegos, ante Cartagena y Llaneros, por cumplir calendario. Sus seguidores de nuevo se sienten frustrados.

No se sabe concretamente si el lector Jorge Mario Bedoya Arenas es hincha del Deportes Quindío, pero en la caja de comentarios de Facebook del post de NUEVA CRÓNICA de la noticia titulada “Eliminados”, escribió: “Eso paque ese quipo” (Eso para qué ese equipo). En su afanoso redactar al estilo de red social, su opinión es el reflejo de la indignación que tiene la parcial cafetera por el desempeño de un elenco sin alma. 

Tal vez Bedoya no sea un hincha milagroso, pero queda claro que sigue de cerca las presentaciones de un equipo que lleva la digna carga, aunque sus integrantes hoy parece que lo ignoran, de representar a los quindianos, sean futboleros o no, en un mundo en el que los territorios reclaman símbolos de su grandeza. 

Hoy el principal símbolo del departamento del Quindío, no solo en lo deportivo, está diezmado, deambula por el Torneo de la Primera B como un muerto viviente, que en algunos partidos luce sobrio y decidido, pero en otros se arrastra de forma indigna, avanzando hacia su autodestrucción. 

No piensa, no prevé, no siente, es un zombi que no experimenta el dolor y mucho menos el remordimiento de lastimar a una hinchada, que cada vez en número más reducido se acomoda en las gradas del estadio Centenario con la única certeza de que debe estar preparada para el sufrimiento. 

Este volvió a llegar en el juego de la cuarta jornada de los cuadrangulares semifinales, ante Fortaleza. En ese cotejo, los de Bogotá se impusieron 0-2, con goles marcados en el segundo tiempo de un partido que los de la uve en el pecho estaban obligados a ganar, pero al que salieron sin ganas de nada, como si la orden era abrirle las puertas al fracaso, que al ser objetivo se convierte en un éxito para quien lo plasmó en un tablero como su anhelada proyección. 

Si fracasar era la meta, este Quindío sacó un 10 de 10, hizo una labor perfecta, con una exactitud milimétrica, dándoles una pizca de esperanza a sus seguidores, para no ser tan cruel, metiendo el pie en el acelerador en momentos clave en busca de un triunfo, pero aún más cuando supo que justo al frente estaba el precipicio. 

Y cayó en él. Hoy es último en la tabla de posiciones del Grupo A de las semifinales, sin opciones de clasificar; archivo/eliminar, en el bote de basura, hasta que Hernando Ángel, hoy su propietario, lo ponga en venta y alguien lo quiera restaurar, sanar sus heridas, darle un poco de creatina, suplementarlo con proteína para que retome el ánimo y vuelva a ser fuerte, vuelva a ser grande que un día fue. 

Se sabía que esto pasaría. El Quindío de este semestre no fue el rompedor de años anteriores, no les pasó por encima a sus rivales, no portó el rótulo de favorito; quizás de esa manera no dolería tanto la eliminación; pero fallaron en el cálculo, igual dolió y parece que aún más. Quindío se fue, tal vez con más dolor que el del paraguayo Ariel Roa cuando se lesionó en Cartagena y fue enviado solo hacia un hospital desconocido, donde se retorció por los espasmos y se secó las lágrimas con esa camiseta verde que juró defender. 

Hubo lágrimas en el ‘Jardín de América’, los hinchas de verdad no las pudieron contener, se deslizaron por sus mejillas y cayeron en las gradas y en chorros llegaron hasta la grama, hasta el rectángulo verde, que los grandes que han vestido esa camiseta en otros tiempos también han regado, pero con sangre y sudor. 

Quedan 2 partidos que, como diría el señor Jorge Mario Bedoya Arenas, “para qué”; pues no sirven para nada, solo para que se consuman 90 minutos que no quedarán en la historia, pues de manera fácil pasarán al olvido, como el epílogo de una campaña que se desinfló al ser agujereada por una ráfaga de fuego amigo. 

Fortaleza, en el primer lugar, con 9 puntos; Llaneros, en el segundo, con 7; Cartagena, en el tercero, con 4, aparecen encima del Deportes Quindío, que, no hay otra forma de decirlo, está atrapado entre sus propios escombros, como si hubiera vivido otro terremoto como el que destruyó sus bases en 1999, trayéndole muchos males, y lo más grave es que está a oscuras, no tiene una linterna con la cual hacer señales ni un silbato para hacerse escuchar; muere en silencio, aplastado, olvidado; es un gigante caído que la gente mira y sin tener en cuenta su historia solo atina a decir: “Ese equipo para qué”. 


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