Local / ENERO 26 DE 2023 / 1 mes antes

Avanzar unidos, el llamado del obispo de Armenia a 24 años del terremoto del Eje Cafetero

Autor : Alejandra Ovalle

Avanzar unidos, el llamado del obispo de Armenia a 24 años del terremoto del Eje Cafetero

Indicó que la conversión lleva por el camino de la fraternidad entre hermanos.

El prelado invitó a los ciudadanos a afirmarse en la defensa de la vida y envió un mensaje de fe católica para que Cristo pase y toque las puertas de los corazones.

En el marco de la conmemoración de los 24 años del terremoto que sacudió el Eje Cafetero en 1999, monseñor Carlos Arturo Quintero Gómez, obispo de la Diócesis de Armenia, insistió en hacer un llamado a la unidad y a la conversión de los quindianos. 

“Los signos se convierten en señales, por lo tanto, estos comunican una realidad. La eucaristía es el banquete de la unidad de todos los cristianos y está llena de signos y de símbolos que muchas veces pasan desapercibidos. Quisiera que con la idea de los signos pensemos en la fecha que conmemoramos. El 25 de enero de 1999, un terremoto azotó el Eje Cafetero. Cuántas familias damnificadas, cuántos hermanos murieron. Pero este 25 también se celebra la conversión del apóstol San Pablo. Ahí hay un signo”, expresó el obispo Quintero Gómez durante la homilía de la eucaristía que presidió en el parque cementerio Jardines de Armenia. 

Destacó también: “Entonces tendríamos que aprender a ver en ese signo una señal, una llamada a la conversión. Por lo tanto, al conmemorar estos 24 años del terremoto hay una llamada concreta a la conversión. Y esa llamada es para todos: hombres y mujeres de buena voluntad. Ahí hay una ‘dioicidencia’ muy grande. No significa que debamos mirar el 25 de enero con una fatalidad extrema que nos lleve a pensar que eso que sucedió fue un castigo de Dios porque Dios es imagen de amor y misericordia”. 

Asimismo, resaltó la primera lectura que se hizo durante la eucaristía: la historia de Pablo de Tarso. Un hombre que era perseguidor de los cristianos. Camino hacia Damasco, fue derribado de su caballo. “Cuántos de nosotros hemos sido derribados a lo largo de nuestra vida, hemos sido doblegados y tal vez muchos de nosotros hoy necesitamos ser derribados de nuestro ego, soberbia e incapacidad para comprender el dolor del otro. Algo le sucedió a Pablo: él que había sido derribado, no podía ver. Estuvo así 3 días, y 3 días estuvo Jesús en el sepulcro. La Santísima trinidad: padre, hijo, espíritu santo, son 3. El número 3 es importante, porque nos habla de Dios y la armonía. Cuando Pablo fue derribado de su propio ego se encontró con Cristo. Eso nos ayuda a entender algo bien importante: Jesucristo pasa siempre en la noche de nuestro dolor”. 

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En esa misma línea continuó: “Jesucristo pasa sanando, liberando, tocando corazones. Es decir que pasa salvándote a ti y a mí. Y puede suceder que en ese paso que Cristo hace por nuestra vida yo me quedo dormido o revolcándome en mis propias miserias. La decisión es de cada uno. Pablo estuvo 3 días sin poder ver y al tercer día alguien le tuvo que ayudar: Ananías: nosotros necesitamos de nuestros hermanos para poder construir nuestra vida desde la comunidad y la esperanza. Si vivimos desde nuestros propios intereses no podemos construir sino una soledad abrumadora que arrincona y se convierte en una pandemia que lleva a un confinamiento porque destruye la posibilidad de ver en los demás las maravillas que Dios ha hecho en ellos”. 

Como Pablo pudo ver, continuó con el relato monseñor, se convirtió en el más grande defensor del cristianismo. Y culminó el obispo al señalar: “Los invito a pensar en 2 palabras: conversión y unidad. En Pablo pasó que hubo un camino de conversión y ese camino implicó un encuentro personal con Jesucristo. Mientras no se dé ese encuentro no es posible vivir la conversión. Fíjense en este camino: encuentro con Cristo, conversión, discipulado, comunidad y misión. Estamos llamados a vivir ese camino, la decisión es de cada uno. La conversión lleva por un camino el de la fraternidad y entre los hermanos hay que propiciar la unidad que nace en el corazón de hombres y mujeres como fruto del amor”. 

La unidad exige entonces superar diferencias para construir comunidad. “Ahora los invito a que traigamos este mensaje de fe y esperanza de esta palabra a estos 24 años de conmemoración en torno a la vida de un acontecimiento que en muchos quizás sacudió su vida y frustró la esperanza. Aquí estamos. La invitación es a que tú y yo seamos profetas de esperanza, agentes de unidad y defensores de la vida. Esta es una llamada para los mandatarios: gobernador, alcalde, obispo, así como para los empresarios, medios de comunicación, comerciantes y cada ciudadano”, decretó monseñor. 




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