Región / JUNIO 22 DE 2020 / 2 años antes

La educación uniquindiana en tiempos de pandemia

Autor : María Camila Hernández y Evelin Álvarez

La educación uniquindiana en tiempos de pandemia

Ilustración: Carolina Jiménez

¿Qué ocurre en la Universidad del Quindío? Esta alma mater no brinda respuestas concretas sobre los apoyos económicos para los estudiantes.

El 16 de marzo de 2020, la Universidad del Quindío cesó las actividades académicas y atendió el llamado del gobierno nacional para el replanteamiento de las mismas, debido a la pandemia del SARS-CoV-2. En la semana de marzo 24, la universidad aplicó la Ruta de las oportunidades, un plan estratégico que aprovechó las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Tic, para enfrentar esta problemática y adaptar la educación presencial a una asistida por tecnologías digitales. No obstante, existen factores que dificultan una educación mediada por tecnología con condiciones adecuadas y de calidad.

Primer caso: Carol Tatiana Valencia, estudiante de licenciatura en matemáticas, decidió cancelar su semestre académico debido a las fallas de conectividad: “Tomé esta decisión porque yo vivo en una zona rural, donde el internet no es muy bueno, convivo con bastante gente y aquí la cobertura no es muy buena. Me he perdido bastantes encuentros por ello, tomé la decisión de no volver a ver clases. Los docentes no están muy interesados en ello y yo comprendo que se les salga de las manos darse cuenta y mantener pendientes de a quienes se les cae la conexión [...] además, la carga emocional y las consecuencias económicas que provoca la crisis, me han impedido concentrarme en la universidad”.

En Colombia, según el Sistema Nacional de Informes de la Educación Superior, en 2018 se inscribieron 2.440.000 personas a instituciones de educación superior. En un medio regional, hace poco el rector de la Universidad del Quindío, José Fernando Echeverry Murillo, compartió que el porcentaje de deserción a nivel nacional en el segundo semestre del año será de 30 % al 35 %. Por esta razón, decidimos acercarnos a él y a diferentes representantes de los consejos superior y académico de la universidad para obtener más información sobre el índice de deserción actual y futuro de la alma mater, pero no hubo respuestas de su parte.

Bayron Manuel Ruiz, representante de los docentes en el consejo superior, comentó que en la sesión del 28 de abril se habló sobre la reducción del costo de la matrícula financiera para prevenir la deserción estudiantil. No se efectuarán modificaciones ni descuentos en el costo de la matrícula ya que “es imposible [...] Lo que espera la universidad es que aumenten los apoyos por parte del gobierno nacional en el programa Jóvenes en Acción, conservar el programa Generación E y aumentar en lo posible el número de becas”.

En el segundo y tercer caso figuran Marcela Venegas y Bryan Vargas Reyes, estudiantes de comunicación social-periodismo de sexto semestre. Ambos enviaron solicitudes acerca de sus problemas de acceso y conexión a internet, mediante correos electrónicos a la dirección de su programa académico y al Centro de Servicio al Usuario, CSU; como respuesta, consiguieron 2 reuniones con la directora de su programa, Lina María León, quien ofreció equipos y conectividad. Después de varias semanas, las promesas no han sido cumplidas.

Marcela Venegas, estudiante y auxiliar de la Universidad del Quindío, no tenía conexión a internet y fue su jefe quien intercedió para que Bienestar Institucional le brindara apoyo: “[...] en menos de 3 días obtuve una simcard con internet de 10 Gb y minutos ilimitados. Una ayuda que de alguna u otra forma se vuelve buena para esta situación, pero no suficiente”. En cambio, Bryan Vargas, quien vive en una finca, no contaba con equipos adecuados para sus clases, por lo que “[...] La Universidad se comunicó conmigo y me ofreció una simcard [...]; aun así, no acepté esta propuesta, ya que la mayoría de las clases se desarrollan por videollamadas y el paquete no alcanzaría para ver todas las asignaturas durante el semestre. [...] la universidad no volvió a contactarse conmigo, no se preocupó por buscar otra alternativa”.

Con todo, la educación presencial asistida por tecnología es un gran desafío que requiere la suficiente atención de la universidad, sobre todo por la desigualdad social en Colombia. Por tal motivo, los docentes modificaron sus metodologías de enseñanza y concertaron con los estudiantes nuevas actividades y fechas de entrega para reanudar el proceso educativo. La labor no fue sencilla, pues algunos docentes de la modalidad presencial como Keisy Bautista, de licenciatura en literatura y lengua castellana, opinó: “Ahora que se trabaja con mediación tecnológica, el horario laboral se extiende alrededor de 40 horas a la semana, debido a todo el proceso que requiere: planificación, preparación del material para los estudiantes que puedan o no conectarse, brindar asesorías y contestar mensajes”.

Aun así, esta metodología no es del todo eficiente, puesto que los componentes prácticos, con gran peso en las mallas de varios programas académicos, no se han desarrollado satisfactoriamente y han perjudicado así la formación profesional de varios estudiantes. Yalud López, estudiante de licenciatura en español y literatura, y Laura Upegui, de lenguas modernas, no han podido ejecutar sus prácticas de aula. Así mismo, Santiago López, estudiante de biología, y Sofía Mendoza, de química, fueron afectados por el cierre de laboratorios y la imposibilidad de realizar salidas de campo, espacios enriquecedores para la experiencia que el profesional tanto necesita.

El ministerio de Educación dispuso $1.5 billones para las instituciones de educación superior, cuya intención es garantizar el pago de nómina de docentes y demás funcionarios. Las universidades Cooperativa de Colombia y Católica de Manizales anunciaron descuentos entre el 10%  y 20 % en el costo de matrícula. El 5 de junio, LA CRÓNICA DEL QUINDÍO publicó que la EAM ofreció entre el 8 % y 12 % de descuento al pagar de contado, la Corporación Universitaria Empresarial Alexander von Humboldt subsidiará el 20 % y la Universidad La Gran Colombia generó programas de financiación que cubren del 5 % al 50 % del valor de la matrícula.

¿Qué ocurre en la Universidad del Quindío? Esta alma mater no brinda respuestas concretas sobre los apoyos económicos para los estudiantes. Entretanto, esta institución prepara un protocolo de bioseguridad, con el modelo de alternancia, para el retorno de su comunidad universitaria al campus el próximo semestre. Igualmente, las directivas de la universidad deben reconsiderar la educación mediada por tecnología como alternativa a la presencial, teniendo en cuenta las complejas condiciones socioeconómicas de los estudiantes y la dificultad de adaptar ciertos procesos educativos.

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