
Fanuel Hanán ha realizado un proceso de investigación con la literatura infantil.
El investigador de literatura infantil, Fanuel Hanán, visitó el Quindío para hablar sobre clásicos contemporáneos y algunos fenómenos sociales que han cambiado la forma de vivir la niñez.
El venezolano Fanuel Hanán Díaz, experto en literatura infantil y coordinador de la revista Barataria, visitó el Quindío y habló con LA CRÓNICA sobre su libro ¡No, tú no!, y temas sobre los clásicos contemporáneos, libros que se han seguido leyendo en la actualidad pero provienen de los años 60.
¿Qué lo trajo al Quindío?
Estoy acá por invitación del Banco de la República para el seminario de literatura infantil, Libros que desafían el tiempo. Más que venir a mostrar mi más reciente obra ¡No, tú no!, propuse un tema sobre los textos que podríamos llamar clásicos contemporáneos, que se producen a partir de los años 60 como Azulito y amarillito, Los tres bandidos, Donde viven los monstruos, El árbol generoso, El expreso polar, Jumanji y algunos más que todavía están en nuestras bibliotecas y que todavía siguen tocando el interés de los lectores de la actualidad. En contraposición hay otra cantidad de libros contemporáneos, que se producen de manera más efímera y hay una sobreproducción de ejemplares en el mercado y una carrera contra la novedad, que suelen pedir las editoriales, las librerías, los colegios, por lo que empezamos a correr contra la novedad y producimos demasiados ejemplares literarios, cuando deberíamos pararnos a reflexionar sobre preguntas básicas como ¿cuántos libros necesita un lector? Esas son las reflexiones que vine a compartir con el grupo.
Vea también: “Loco no es el que viaja, loco es el que tiene un mundo y no lo conoce”
¿Cuál fue el primer acercamiento con la literatura infantil?
Desde pequeño fui un gran lector, tuve la oportunidad de recibir un regalo de Navidad imprevisto que fue La isla del tesoro, que logró cambiarme muchísimo el pensamiento lector y desde ahí empecé a pedir libros a mis padres, quería que me nutrieran el conocimiento. Tiempo después estudié literatura. Posteriormente entré al Banco de Libros de Venezuela, una institución que tiene más de 60 años en América Latina y que se ha especializado en formación de lectura y en un centro de información con libros infantiles para investigadores y ahí empecé a investigar y a ser parte del departamento de selección de libros para niños, allí me fui acercando a la literatura infantil como interés y cuerpo de estudio.
¿Qué piensa del acompañamiento que deben tener los padres en el proceso lector de los niños?
Generalmente existe un divorcio entre la escuela y el hogar, y está marcado por el tema de los valores. En la lectura existe una fractura, ya que en la escuela los chicos desarrollan un plan lector por periodos y en la casa no siguen ese mismo bagaje, generalmente los padres no se toman un tiempo de calidad para leerles y tampoco son modelos lectores, no compran libros, no leen, no llevan a sus hijos a las librerías, no hacen de las obras un alimento para que el chico llegue a la escuela nutrido y fortalecido, así que es una tarea difícil para los maestros, porque generalmente encuentran chicos apáticos y sin interés por leer.
Lea también: Monotips & trips, obra de Álvaro Herrera será inaugurada este miércoles en la Alianza Francesa
Entre la investigación y la escritura, ¿con cuál se identifica más?
Como escritor de literatura infantil tengo varias publicaciones, aunque no me considero un escritor formal, porque no tengo un ejercicio permanente, entonces podría decir que mi último libro que se llama ¡No, tú no!, generó bastantes sorpresas, porque nunca pensé que fuera a tener la acogida que tuvo, ha salido en varios artículos de prensa en El Universal, El Espectador y otros medios formales, además se ganó un premio muy importante en Francia, quedó en la lista de recomendados de Fundalectura, tuvo una vida muy vigorosa sin saber que la iba a tener. Como investigador he recorrido muchísimo más, porque generalmente en este circuito hay editores, ilustradores, escritores pero muy pocos investigadores de literatura infantil y eso es realmente lo que a mí me apasiona; ahora, por ejemplo, estoy haciendo una serie de seis artículos que se llama Expediciones al territorio de la infancia, que están saliendo los domingos en El Colombiano; el primero fue sobre Peter Pan, luego sobre Alicia en el país de las maravillas, El principito y ahora vamos con el Mago de Oz y seguimos así con otros libros.
¿Qué nos puede contar sobre el libro tan aclamado en Francia ¡No, tú no!?
Es muy curioso porque aborda un tema muy particular y es el de la salvajización del niño domesticado, existen muchos tipos de infancia, uno de ellos es el niño domesticado, que sigue las reglas, se peina, está limpio, no dice malas palabras y que los padres están siempre reprimiendo porque le dicen no hables cuando los adultos están hablando, pórtate bien, siéntate bien, no abras la boca, etcétera. Ese niño es como una distorsión del concepto mismo de infancia, porque cuando un pequeño es plenamente feliz es porque es capaz de subirse a un árbol, no le importa si se ensucia, si es la hora de comer ya que en su plenitud es más salvaje, entonces a lo que le aposté con ese libro fue a pensar en la felicidad y, ¿cuándo un niño puede ser realmente feliz?, cuando se le deja hacer un poco lo que él quiera o por lo menos lo que parte de su instinto le dice, no quiere decir que yo defienda al irreverente, destructivo y malévolo, es solo que disfrute su niñez. Hemos visto además fenómenos de chicos que dejan de ser niños muy rápido, las niñas que empiezan a verse como modelos desde muy pequeñas, les estamos haciendo crecer a destiempo. Además los consumidos por la tecnología, que no están viviendo esa etapa como deberían, así que hay algo mal en la sociedad que está transformando el concepto de infancia.
Carolina Marín
LA CRÓNICA