Autor : Diego Arias Serna

Mirando la realidad, se comprende que no es pequeño el daño causado a empobrecidas naciones, por las nefastas políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. *darias@fis.ucm.es
La actual inequidad en muchos países no surgió espontáneamente a partir de las fuerzas del mercado, sino que ha sido determinada y fortalecida por la política de los gobernantes.
“Aumentan las desigualdades en todos los países ricos, no solo en Estados Unidos. El dinero del 1 % más rico ha inundado la política. El mercado laboral estadounidense está partido en dos: los puestos de becario sin remuneración son habituales y los trabajos de aprendizaje parecen durar toda una vida, mientras que los cargos técnicos y de gestión de más alto nivel están mejor pagados que nunca. El individuo, impotente, se encuentra ante una perspectiva nada halagüeña”, la anterior afirmación es de Jaron Lanier y está plasmada en el libro ¿Quién controla el futuro?
Él es músico, artista gráfico, escritor y experto en informática. Además, fue considerada una de las 100 personalidades más influyentes del mundo en 2011 según la revista Timer. También fue el creador del concepto realidad virtual.
El libro tuvo su primera edición en 2014. Esa pauperización del empleo, así como su escasez, sobre todo para las nuevas generaciones, es uno de los factores que sirvió de acicate para las protestas en Colombia.
Si el Fondo Monetario Internacional, FMI, y el Banco Mundial, BM, supuestamente sirven para ayudar a los países, sobre todo a los pobres, ¿por qué en las últimas décadas se agravó su situación? En la página web del FMI se afirmó: “Es una organización internacional fundada en 1945 cuya función, según sus estatutos, es la de fomentar la cooperación monetaria internacional, afianzar la estabilidad financiera, facilitar el comercio internacional, promover un empleo elevado y un crecimiento económico sostenible y reducir la pobreza en el mundo entero”.
Por su parte, en su sitio oficial en internet se explicó: “El BM es una organización internacional especializada en finanzas cuya principal actividad es la ayuda a países en desarrollo que necesiten apoyo económico a través de préstamos o créditos y que se encuentren en situación de pobreza”. ¿Han fallado estas dos entidades internacionales en el manejo de sus políticas e implementaciones para los países pobres?, o ¿será porque favorecen a grupos económicos poderosos?
Una globalización devastadora
A esas preguntas da respuesta Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, quien después de trabajar en el consejo de asesores económicos del presidente Bill Clinton, pasó al BM, donde fue economista jefe y vicepresidente sénior durante casi 3 años, desde 1997 hasta enero de 2000. En su texto El malestar en la globalización, tercera edición 2009, afirmó: “Escribo este libro porque en el Banco Mundial comprobé de primera mano el efecto devastador que la globalización puede tener sobre los países en desarrollo, y especialmente sobre los pobres en esos países”.
Señaló, además: “Según el Consenso de Washington, el crecimiento tiene lugar merced a la liberalización, ‘destrabar’ los mercados. Se supone que la privatización, la liberalización y la macroestabilidad generan un clima que atrae la inversión, incluyendo la extranjera. Esta inversión genera crecimiento. Las empresas extranjeras aportan conocimientos técnicos y acceso a los mercados extranjeros, y abren nuevas posibilidades para el empleo. Dicho esto, hay aspectos negativos reales”.
Anadió: “Cuando llegan las empresas extranjeras a menudo destruyen a los competidores locales, frustrando las ambiciones de pequeños empresarios que aspiraban a animar la industria nacional. Hay muchos ejemplos de esto. Los fabricantes de refrescos en todo el mundo han sido arrollados por la irrupción en sus mercados de la Coca-Cola y la Pepsi. Los fabricantes locales de helados han visto que no pueden competir con los productos de Unilever”.
Dijo igualmente en su libro En ausencia de leyes estrictas sobre la competencia –o de una aplicación efectiva-, una vez que la empresa internacional expulsa a los competidores locales, emplea su poder monopólico para subir los precios. Los beneficios de los precios bajos fueron efímeros”.
También, señaló que otro campo donde las empresas extranjeras han abrumado a las nacionales es la banca.
El FMI y el BM, aliados de corruptos
El FMI no solo impulsó la globalización, sino que ha patrocinado gobiernos corruptos, con tal que estén alineados con occidente. Sobre eso el Nobel aseveró: “Cuando el FMI y el BM prestaron dinero a Mobutu, el tristemente célebre mandatario de la República Democrática del Congo, sabían o deberían haber sabido que el grueso de ese dinero no se destinaría a ayudar a los pobres del país sino más bien a enriquecer a Mobutu. Era un dinero pagado para asegurar que ese corrupto líder mantuviera a su país alineado con occidente”. Es decir, les prestan a gobiernos corruptos, sabiendo que se los roban y el pueblo es el que paga la deuda. Vaya ayuda.
En otro libro titulado El precio de la desigualdad, editado en 2012, Stiglitz advierte: “Parece que el sistema político está fallando en la misma medida que el sistema económico. Teniendo en cuenta el alto índice de desempleo juvenil que hay en todo el mundo –cerca de un 50% en España, y un 18% en Estados Unidos- resulta sorprendente que las protestas hayan tardado tanto en hacerse”.
De igual manera manifestó: “Hemos visto que la desigualdad en Estados Unidos y la de otros países no surgió espontáneamente a partir de unas abstractas fuerzas del mercado, sino que ha sido determinada y reforzada por la política. La política es el campo de batalla para las disputas sobre cómo se reparte la torta económica. Es una batalla que ha venido ganado el 1 % de la gente. Se supone que en una democracia las cosas no tendrían que ser así”.
En otro texto Caída libre, el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial, editado en 2015, expresó: “La teoría económica moderna, con su fe en el libre mercado y en la globalización, había prometido prosperidad para todos. Se suponía que la tan cacareada Nueva Economía –las sorprendentes innovaciones que marcaron la segunda mitad del siglo XX, incluyendo la desregulación y la ingeniería financiera- iba a ser posible una mejor gestión de los riesgos, y que traería consigo el final de los ciclos económicos”.
Proteger la banca, su preocupación
Explicando los problemas de la población, manifestó: “Las crisis en los países en vía de desarrollo se han producido con una regularidad alarmante –de acuerdo con un recuento, ha habido 124 entre 1970 y 2007-. Yo era el economista jefe del BM en la época de la última crisis, en 1997–1998. Fui testigo de cómo una crisis que comenzó en Tailandia se extendía a otros países de Asia oriental y posteriormente a Latinoamérica y a Rusia. Fue un ejemplo clásico de contagio –el fallo de una parte del sistema económico mundial que se extiende a otras partes–”.
Joseph E. Stiglitz, dando luz sobre por qué hay pobreza en el mundo, consideró que “quienes gobiernan el sistema económico global no estaban preocupados tanto por proteger las vidas y los ingresos de la población de las naciones afectadas como por preservar a los bancos occidentales que habían prestado dinero a esos países”. Ya se puede ir entendiendo por qué nuestros gobernantes son tan fieles tanto al FMI como al BM, y por qué ante la crisis económica de la mayoría de la población colombiana -catapultada por la pandemia y alimentada por la corrupción- se acude a los préstamos internacionales.
Los conflictos sociales están dejando al descubierto lo mal administrados que están muchos países, y que la preocupación de los gobernantes es la de favorecer a los grupos económicos más potentes, en detrimento naturalmente de los más desfavorecidos. El malestar que se está sintiendo en Colombia, es el despertar después de décadas de abandono oficial, inequidad, desempleo, falta de atención médica, pésima educación y sin cobertura, la desnutrición de miles de niños y niñas, falta de vivienda.
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El paro, un buen ‘embajador’
Un logro del paro es el desenmascaramiento –ante el mundo- de un gobierno que viola los derechos humanos y acude al atropello, con asesinato incluido, de impávidos protestantes que tienen como único escudo sus consignas, sus canciones y el folclor. Quienes mal gobiernan no se enteran que Colombia pasó de ser conocida en el extranjero por su excelente café, el narcotráfico, los buenos escritores, deportistas y cantantes, así como su hermoso paisaje con su flora y fauna, a ser noticia permanente por las protestas y su desmedida represión oficial.
Los videos de las marchas de colombianos, acompañados de personas de las diferentes ciudades, de muchos países, que se toman las calles y plazas, solidarizándose con la lucha de la juventud, las organizaciones sindicales y campesinas, así como de los indígenas, camioneros, abogados progresistas, organizaciones de derechos humanaos que llevan 25 días de paro, están convirtiéndose en una efectiva proyección internacional de lo que realmente pasa en Colombia.