LA CRÓNICA habló con 4 vendedores de la carrera 14 de Armenia, quienes comercializan algunos dulces tradicionales, para conocer un poco de sus historias.
Sus olores, colores y sabores se pueden encontrar a la salida de muchos colegios, en los parques de diversiones, en las plazas de cualquier municipio, en las calles céntricas de las ciudades, en los bulevares, los llevan los rebuscadores que pasan emitiendo simpáticos mensajes o señales particulares que permiten identificarlos.
Las solteritas, las obleas, el maní, el bocadillo, la forcha, el ponche, las crispetas, el arroz con leche, el arequipe, los dulces de frutas, los churros, los algodones de azúcar, el coco dulce, entre otros, devuelven a los clientes a la infancia. Aunque se creería que sus mayores consumidores son los niños, también hay adultos golosos que los disfrutan porque les encanta ponerle un poco de dulce a sus vidas, sin importar que después eso pueda significar problemas de azúcar o de aumento de peso.
Muchos personajes viven de sus ventas y se vuelven reconocidos en los sectores donde las ejecutan porque allí llevan mucho tiempo endulzando existencias en días normales, aunque repuntan con más ánimo, porque tienen más posibilidades de obtener mejores ganancias, cuando hay festividades como la Semana Santa, la Navidad, las fiestas de los pueblos, los conciertos o las presentaciones culturales, entre otras.
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