El inicio de estos días de reflexión les sirvieron a los fieles para orar por el mundo para que estos tiempos de crisis se superen.
Por segundo año consecutivo se vivió ayer un Domingo de Ramos, el comienzo de la Semana Santa, de manera atípica, pues dadas las restricciones de la pandemia, los fieles no pudieron salir de los templos a las tradicionales procesiones que recorren las calles de las distintas poblaciones quindianas, que rememoran la entrada de Jesucristo a Belén y la bienvenida que le dieron sus fieles con las hojas de palmas.
Sin embargo, la fe de muchos creyentes sigue intacta, aunque los templos solo puedan tener el 35 % de su capacidad. Aun así, las distintas parroquias de la región se engalanaron para recibir a los devotos y estos respetaron, con mucho juicio, los protocolos de bioseguridad exigidos por las autoridades sanitarias para llevar a cabo estas ceremonias religiosas que buscaron llenar de esperanza a los fieles católicos.
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