La mayoría de los rebuscadores ambulantes se fueron con sus bolsillos vacíos o con las ganancias reducidas.
Todo ha sido distinto para la humanidad en esta pandemia y esa afectación la sintieron duramente esos rebuscadores que con elementos representativos de la tricolor nacional suelen ubicarse en un semáforo, en una glorieta, en un separador o en un andén a intentar ganar dinero para cubrir sus necesidades, aprovechando los momentos previos a los juegos.
Muchos de esos vendedores ambulantes llevan más de 20 años ofreciendo productos de la selección Colombia en distintos puntos de Armenia. Cuando no existía la actual coyuntura de salud pública, un partido de la tricolor era para ellos una oportunidad de hacer dinero, hoy no es más que una pérdida de tiempo, algo desalentador. Eran épocas distintas, muchos tenían empleos y recursos para darse esos gustos. Hoy pulula el desempleo, la incertidumbre y la mayoría de las personas compran estrictamente lo necesario para la supervivencia.
La alegría era contagiosa y la gente salía a gastar sin tantas prevenciones, pero en los partidos pasados ante Venezuela y ante Chile, el panorama para ellos fue desolador. Muchos se fueron a sus casas con los bolsillos vacíos porque para la mayoría de los ciudadanos ya no es prioridad comprar camisetas, gorras, vuvuzelas, banderas y demás elementos del equipo de fútbol nacional.
Al finalizar la tarde, a estos vendedores ambulantes de productos de la selección Colombia se les veía desanimados porque pasadas las 4 p. m. las ventas, comparadas con épocas anteriores, se habían reducido más del 50 %. LA CRÓNICA hizo un recorrido en el que habló con algunos de ellos para evidenciar su compleja realidad.