El irrespeto a los protocolos de bioseguridad no cesa, pese al alto número de contagiados y de muertos cada día en el Quindío.
Aunque por los medios de comunicación se ha dicho de forma reiterativa que no se debe bajar la guardia con los protocolos de bioseguridad porque las cifras diarias de muertos e infectados demuestra que esto no es ningún juego, a la gente en los parques, escenarios deportivos, en los buses, en oficinas públicas y en cualquier parte de la calle parece no importarle.
Las aglomeraciones en esos lugares, en los que no se respetan las distancias, y los tapabocas son usados a medias o ni se los ponen, son la constante. Ante tal situación, los médicos del hospital San Juan de Dios expresaron que están dando lo mejor de ellos para ayudar en la emergencia sanitaria, pero que es tanto el trabajo, que se sienten agotados y estresados. Dicen ellos que muchos de los contagiados que han atendido ingresaron escépticos de lo que estaban padeciendo y lastimosamente terminaron por perder la batalla contra el virus.
Muchos de los que no respetan los protocolos de bioseguridad entenderán la gravedad del asunto, quizás, cuando alguno de sus seres queridos tenga que salir de ese centro médico hacia el cementerio, porque ni siquiera lo podrán velar dadas las restricciones que impone el virus. Dolorosa realidad que el ser humano tenga que experimentar por cuenta propia para entender la magnitud de lo que está sucediendo ahora y aquí.
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