General / NOVIEMBRE 06 DE 2016 / 6 años antes

Paz y ciencia, "˜elíxir' para el planeta

Paz y ciencia,  ‘elíxir’ para el planeta

No solo hay que silenciar las armas, sino que también se deben detener las palas que socavan la tierra buscando minerales preciosos y afectando los recursos naturales.

“Debemos utilizar todas las herramientas a nuestra disposición, desde el diálogo y la mediación hasta la diplomacia preventiva, para evitar que la explotación insostenible de los recursos naturales alimente y financie los conflictos armados y desestabilice los frágiles cimientos de la paz”. 

Afirmación de Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, al referirse al Día Internacional para la “Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados”, que tiene como fecha asignada el 6 de noviembre. 


Igualmente, la Conferencia General de la Unesco, en 2001, proclamó el 10 de noviembre como “día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo”. Estas dos conmemoraciones están correlacionadas, porque si bien las guerras destruyen la naturaleza, la ciencia puede contribuir a la paz y alertar sobre el estado del planeta. 

Pero no es solo el 10 de noviembre la fecha  que declaró la ONU para este día, antes -en 1988- la Asamblea General proclamó la “Semana Internacional de la Ciencia y la Paz”. El objetivo consistía en que todos los años, en la semana del 11 de noviembre, las universidades, centros de investigaciones, academias, miembros de comunidades científicas, etc., realicen todo tipo de actividades que ilustren acerca de la importancia de vincular ciencia y tecnología con el ánimo de minimizar los conflictos armados y asegurar la paz.  


Las ciencias aportan a la guerra y a la paz

Aunque, infortunadamente, las ciencias, en particular la física, la química y la biología han aportado armas para que los países y los grupos humanos se asesinen, también es cierto que estas disciplinas del saber, con la investigación  alertan a gobernantes, políticos y  dirigentes del daño que todo tipo de conflicto armado genera a la naturaleza.    

Por eso  Naciones Unidas llama la atención expresando: “Aunque la humanidad siempre ha contado sus víctimas de guerra en términos de soldados y civiles muertos y heridos, ciudades y medios de vida destruidos, con frecuencia el medio ambiente ha sido la víctima olvidada. Los pozos de agua han sido contaminados, los cultivos quemados, los bosques talados, los suelos envenenados y los animales sacrificados para obtener una ventaja militar”.

Pero a los responsables de muchos países pareciera que poco les importa el deterioro del planeta, porque las guerras no cesan. Aunque sean locales, no dejan de reflejar la pugna de las grandes potencias por el control de los recursos naturales y de zonas de influencia. 


¿De qué han servido las fechas conmemorativas y convenios?

De qué ha servido lo afirmado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cuando en los últimos 60 años al menos el 40% de los conflictos internos han tenido alguna relación con la explotación de los recursos naturales, tanto por ser considerados de “mucho valor”, tales como madera, diamantes, oro, minerales y petróleo; o por ser escasos, por ejemplo, la tierra fértil y el agua. 

Por eso los acuerdos de La Habana son tan difíciles de firmar. Y cuando se llegue a un pacto va a ser muy complejo asegurar que no se regrese al conflicto armado, si las partes no cumplen lo convenido. Pero no es suficiente lograr que las Farc EP y el Eln hagan dejación de las armas para que la naturaleza en Colombia respire paz, porque son varios los  grupos delincuenciales que están vinculados a la minería y al control de la tierra.

Además, si bien es cierto que las guerrillas han atentado contra el medio ambiente con la voladura de oleoductos, la explotación minera y sus vínculos con la siembra de cultivos ilícitos, además es una realidad que tanto empresa legales como el mismo gobierno atentan contra la naturaleza y la calidad de vida de la población.


50% del bosque devastado 

Pero no solo son las actividades petroleras, mineras y los cultivos ilícitos los protagonistas del daño ambiental, sino que también se destruye el bosque. Al respecto,  en 2012  la fundación Piensa Verde divulgó que en los últimos 20 años el conflicto armado ha sido responsable de  la pérdida de más de 6 millones hectáreas de árboles y flora en general. 

Hace cuatro años, Daniel Quintero -director de esa organización- afirmaba: “(…) el 50% de los bosques colombianos están en riesgo por la minería ilegal, la tala de árboles y la voladura de oleoductos, causas que  se suman a la ganadería expansiva que crece sin control en algunas regiones del país”.

Así que no son solo los desplazamientos, el secuestro, los desaparecidos, las minas anti personas y los muertos, las desgracias que toda Colombia debe decirle ya no más, sino que el conflicto armado ha estado destruyendo los recursos hídricos  y el resto de medio ambiente. Por eso los acuerdos de La Habana y los que se inicien con el Elndeben estar por encima de credos religiosos y de intereses mezquinos que tienen interés en controlar la tierra.

Todos los factores que contribuyen al deterioro del planeta hacen que el país sea responsable del 0,46 por ciento de las emisiones en el mundo, cifra que ha aumentado casi un punto en seis años, siendo la deforestación la principal responsable.


La ciencia activa las alarmas

De otro lado, la ciencia hace su parte para, al menos, dar voces de aviso sobre el estado lamentable del planeta. A mediados del año pasado se publicó en la revista Nature los resultados de un estudio del Centro de Excelencia de Estudios de Arrecifes de Coral ARC, de Australia. 

Los  científicos  investigaron el posible impacto del cambio climático en la distribución de 13.000 especies marinas y encontraron que el rápido calentamiento de las aguas provocará que muchas especies se expandan a nuevas regiones afectando a las nativas. Así mismo, se determinó que las especies con cobertura restringida, sobre todo las de los trópicos, como las que viven en la Gran Barrera australiana, pueden extinguirse. 

El profesor Pandolfi, de la universidad de Queensland -uno de los miembros de la investigación- señaló que la situación es preocupante en Australia, donde estudios complementarios han alertado de los altos riesgos de extinción de las biotas tropicales, que ya han sido degradadas por los seres humanos y el cambio climático. 

En junio de este año el periódico El Mundo de España publicó un artículo de José Manuel Moreno, catedrático de ecología de la universidad de Castilla-La Mancha. Resaltó las investigaciones que se han hecho en el observatorio de Maula Loa –Hawaii- el referente para las medidas del CO2 en la Tierra y afirmó que en las últimas décadas las concentraciones de esta gas han aumentado más que durante los últimos 800 mil años. 

Nos dice que aunque en 1992 las pruebas concretas de que esto estaba pasando eran aún escasas, las bases científicas de lo que ocurriría en el futuro eran sólidas y eso llevó a los países de la ONU -reunidos en la Cumbre de la Tierra- a establecer la Convención Marco sobre Cambio Climático, que busca la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero.

Pero ni las fechas declaradas por la ONU ni este Convenio Marco han sido útiles. Por eso a mediados de 2015 el presidente Obama afirmó en Anchorage –Alaska- que el cambio climático es el desafío central del siglo XXI y alertó acerca del precio a pagar en caso de no asumirlo.
 

Por Diego Arias Serna 
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