
El médico Zuleta Mora hace un llamado a las personas interesadas en tratamientos estéticos para que se fijen bien dónde y con qué se los hacen.
A la dama, de quien se reserva la identidad por solicitud propia, le aplicaron biopolímeros para aumentarle dicha zona del cuerpo en un tratamiento ofertado a domicilio por una esteticista de Calarcá.
La intención de la dama afectada es que esta publicación genere conciencia en la comunidad para que evalúe muy bien cómo y dónde practicarse este tipo de procedimientos estéticos.
Testimonio de la paciente
“Como todas las mujeres yo soy vanidosa y quería un poco más de glúteos para que me quedaran más lindos los pantalones. Me recomendaron una esteticista ‘muy profesional’ que era propietaria de un spa en Calarcá. Yo la busqué, uno ve muchas cosas en televisión pero nunca se imagina que algo así pueda pasar.
Supuestamente ella era muy profesional, me mostró que le había hecho la cola a muchas personas en Calarcá con biopolímeros y me decía que el éxito de eso era la técnica, que si se aplicaba bien no me iba a pasar lo de Jéssica Cediel.
Reuní la suma de 800 mil pesos y me aplicó biopolímeros en la cola pero no se me veía mucho el aumento, entonces me dijo que me hiciera un retoque. Para eso ella me presionó mucho, me dijo que me lo iba a hacer más barato de lo que normalmente costaba porque se lo iba a hacer a varias personas, entonces iba a encargar todo el producto de una vez y solo le cobrarían un envío. Pasaron dos meses y ella seguía insistiendo. En diciembre de 2012 reuní de nuevo 800 mil pesos y me decidí a hacerme el retoque.
Para ese momento la esteticista ya había vendido el spa, entonces me hizo el procedimiento en la casa de mi hermana en Calarcá. Se me hizo muy extraño que no llevó guantes, ni alcohol ni algodón para inyectarme el gel, pero como confiaba en que era profesional y en su técnica de aplicado accedí al procedimiento.
Cuando terminó no me podía ni parar de la cama, ella me decía que eso era normal porque los retoques siempre dolían y me fajó, eso fue el viernes 7 de diciembre de 2012. El domingo ya no me aguantaba el dolor, estaba ampollada; llamé a la esteticista y me dijo que eso era normal.
Cuando me quité la faja y las curas eso estaba horrible, ella me decía por teléfono que me aplicara una cremita para pañalitis. Al otro día me dijo que fuera a donde ella estaba y que me hacía un masaje, pero no fui capaz de pararme de la cama, tenía mucho malestar general. Ella decía que lo más seguro es que me iba a dar gripa; me dijo que usara Rifocina y cuando me la empece a aplicar se me reventaron las ampollas y me empezó a salir como un aceite. El dolor era muy horrible y nada me lo quitaba. Eso fue el 24 de diciembre de 2012.
Fui a urgencias y todos los médicos me regañaron y me trataron mal, me dijeron que era muy bruta y que yo me había buscado ese mal. Me hicieron unos exámenes para ver si tenía infección por dentro, me mandaron antibióticos, analgésicos y Tramadol para el dolor. Me dijeron que fuera donde un cirujano porque eso ameritaba una operación que la EPS no cubría.
A principios de enero de 2013 fui donde un especialista en Armenia y me mandó un antibiótico más fuerte y más Tramadol; me dijo que la solución era cortarme todo el pedazo y dejarme abierta con unos drenajes por dos semanas para luego cerrar, que eso me iba a quedar horrible pero que era la única solución porque el producto que me aplicaron es como un aceite que busca los torrentes sanguíneos y me podía ocasionar un paro cardiorespitarotio o irse a uno de los órganos y dañarlo. Por ese supuesto tratamiento me cobraba de 6 a 8 millones de pesos sin incluir la reconstrucción. Después consulté con otro especialista de Armenia y me dijo que la solución era amputarme las nalgas para poder solucionar todo el problema de raíz.
Una amiga me recomendó al doctor Zuleta Mora, él me dio otra alternativa que no implicaba la amputación. Ya me ha hecho dos cirugías y me van a quedar cicatrices mínimas. Me sacó mucho aceite y luego de la segunda operación pude volver a sentarme, cosa que no hacía desde el diciembre pasado”, relató.
La reconstrucción
Julio Alberto Zuleta Mora, cirujano plástico reconstructivo y microcirujano, es quien atiende actualmente a la mujer calarqueña. “Llegó en un estado de salud muy comprometedor, no podía sentarse, casi no podía hablar y los exámenes evidenciaban una infección. Le aplicaron biopolímeros de mala calidad en los glúteos”, describió.
“Cuando yo le hice el examen médico me encontré con una irritación general y fragmentos de piel necrosada —muerta— a nivel de ambos glúteos. Resulta que la esteticista que la atendió a domicilio le había inyectado, re-inyectado y vuelto a inyectar biopolímeros y le había taponado los huequitos con Pegadit.
La semana pasada se hizo una segunda cirugía donde se aplicó una técnica de reconstrucción en la que se conservó la forma de las nalgas y no se tendrá que amputar ninguna parte de ellas. Ya estamos al otro lado, ella ya se puede sentar, ya no tiene infección y los paraclínicos le están saliendo muy bien”, concluyó.
La Crónica del Quindío trató de establecer comunicación con la esteticista que le practicó el procedimiento a la calarqueña, pero no fue posible localizarla, puesto que vendió el establecimiento. Los nuevos propietarios del spa afirmaron que ya no hacen tratamientos estéticos invasivos como aumento de glúteos.
Por Juan Jiménez