
A pesar de la pobreza, la niñez afrocolombiana no permite que escape la sonrisa de sus rostros, caras que piden solidaridad y el apoyo oficial.
En las dos últimas semanas de mayo se han celebrado varias fechas importantes: el 15, Día Internacional de la Familia, el 21, Día Nacional de la Afrocolombianidad, el 22, Día Internacional de la Diversidad Biológica.
La ONU con el día 15 quiso “resalta el papel que juegan las familias y las políticas orientadas a las familias en el fomento de la educación y el bienestar de sus miembros”, según dice la institución en su página web.
Con la conmemoración del Día Internacional para la Diversidad Biológica, la ONU destacó la importancia de la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad porque, como lo informa en su web: 70% de los pobres del mundo viven en zonas rurales y dependen directamente de la biodiversidad para sobrevivir. La variedad y abundancia de especies se han reducido en un 40% entre 1970 y 2000, además, el consumo insostenible sigue y la demanda de recursos en todo el mundo excede la capacidad biológica de la Tierra en un 20%.
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“La crisis de la biodiversidad es en gran medida resultado de la actividad humana y representa una amenaza seria al desarrollo humano. Pese a los renovados esfuerzos de estos últimos veinte años, la pérdida de diversidad biológica, a consecuencia de la destrucción de los habitats naturales, la agricultura intensiva o la contaminación, ha seguido su curso inexorable. Es necesario actuar para salvar lo que queda”. Afirma la ONU.
Y como nuestros “Padres de la Patria” tienen qué ‘sobresalir’, el Congreso de la República, en 2001, declaró el 21 de mayo en Colombia, el Día Nacional de la Afrocolombianidad, coincidiendo con el 21 de mayo de 1851, cuando se abolió la esclavitud en Colombia por José Hilario López siendo presidente de la República. Con ese día de la afrocolombianidad se pretende reivindicar sus derechos y resalta sus aportes.
Los humanos somos diversidad biológica
Las tres conmemoraciones debieran de constituir una sola gran familia, porque los humanos hacemos parte de la diversidad biológica. Supuestamente es el ser vivo inteligente que “se comunica por vasos comunicantes” con el resto de reinos animal y vegetal, se nutre de ellos y es su obligación proteger su sostenibilidad; así como preservar el agua, que junto con los otros dos reinos son claves para nuestra existencia.
El reino mineral, incluyendo los hidrocarburos, aunque ha jugado un papel importante en el desarrollo tecnológico, ya va siendo tiempo que se empiece a prescindir de su uso por todo el impacto ecológico que está generando en su explotación y uso.
El lema que destaca la ONU este año para el Día de la Familia es ”Familia, educación y bienestar”, una temática que pretende resaltar la importancia del trabajo de todos aquellos miembros de la familia que se dedican al cuidado de sus hijos, sus padres, sus hermanos, sus nietos, etc.”. Además, la ONU se focaliza en las buenas prácticas dirigidas a conciliar la vida familiar y laboral y a asistir a los progenitores en su papel de educadores y cuidadores. Pero hay que aceptar la evolución del concepto de familia.
Se debe destacar la importancia de la educación, en el núcleo familiar, porque no debemos olvidar que la educación no es un asunto solo de la escuela: Los padres deben estar involucrados en la formación de sus hijos. Por ejemplo, unos padres que desde la cuna o mejor desde el vientre le lean a sus hijos, seguramente van sembrando la semilla del amor por la lectura, un déficit de las nuevas generaciones.
De África venimos todos
El Día de la Afrocolombianidad, aunque es una deuda que el gobierno central tiene con este núcleo humano, con el tiempo se debe hacer énfasis en que todos, blancos, amarillos, trigueños, etc. somos una sola raza, venimos de un mismo tronco que se inició en África y con el paso de los siglos se expandió por todo el planeta.
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De esa expansión se originó una amplia variedad de grupos humanos con diversas lenguas, culturas, bailes, cantos, formas de comer, asistirse médicamente, vivir con sus creencias y mitos de donde se decantó las ciencias. Y es esa alfombra de múltiples colores lo que le da belleza a la humanidad, pero religiones e intereses económicos la vuelven una porquería. Además, gobiernos despóticos destruyen esa diversidad.
Y la historia nos enseña que ese despotismo genera privilegios y violencia. Recordando la fecha en que se abolió la esclavitud en Colombia, es pertinente hacer remembranza de la resistencia que se presentó contra ese acto del gobierno de López, especialmente en el Cauca donde se presentó una rebelión armada conservadora dirigida por Julio Arboleda Pombo. En Cali el conflicto se desató entre terrateniente y la población alrededor de los ejidos.
Ese hecho señala la actitud de los poderosos a lo largo de la historia de Colombia, que como rayo que encandila, niega las posibilidades para que otros grupos humanos salgan de su abandono y convivan en condiciones dignas.
El Chocó siempre ha estado abandonado
Hoy, con casi 20 años del siglo XXI, la costa pacífica, en partícula el pueblo del Chocó subsiste en la miseria. Y su sostenibilidad en medio de la riqueza de su inmensa diversidad biológica y minera, se vuelve más difícil. Como si fuera poco su pobreza, grupos armados alimentan el desplazamiento a pueblos y ciudades donde el pavimento y la limosna son su consuelo.
El Chocó necesita de su pueblo y éste debe de convivir, priorizando la sostenibilidad. Todo ese grupo humano debe de ser una sola familia y extender el hogar a su diversidad biológica, hacer de la Pachamama su matrona y ensanchar los brazos de la amistad y el respeto con otros pueblos.
Las empresas mineras no deben seguir contaminado los ríos de mercurio y destruyendo el ecosistema; a las empresa madereras se les debe impedir la devastación del bosque. El pueblo chocoano puede vivir dignamente de la biodiversidad. La clase dirigente, los gobernantes y la clase política deben de cambiar de chip, porque los pueblos aguantan pero explotan.
El Chocó es una ventana al resto de Colombia y el mundo y de allí sale una señal que indica lo que no se debe hacer con un pueblo y con una biodiversidad, sino se quiere seguir destruyendo el planeta y formando cordones de miseria en las ciudades. Allí, en un pequeño territorio de solo 46.530 kilómetros cuadrados y 500 mil habitantes, se refleja el problema de la desigualdad del planeta, una de las amenazas que se vislumbra sobre la Tierra.
La amenaza de la desigualdad
Sir Angus Deston, profesor de la universidad de Princeton, en EE.UU, en un artículo escrito a finales del año pasado para la revista Investigación y Ciencia titulado “La amenaza de la desigualdad”, expresaba: “Un indicio de que la desigualdad resultará difícil de corregir es el hecho de que está aumentando en los países ricos, pese a las diferencias entre las políticas nacionales y pese a las activas políticas de bienestar social de algunos países que intentan limitarla”
También afirma: “El tamaño mismo de los sectores sanitarios y financieros les da un poder político que hace difícil que se les controle. Se han convertido motores de desigualdad; generan remuneraciones inmensas para algunos mientras frenan el crecimiento socaban la innovación”.
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La Tierra y la biodiversidad, incluidos nosotros, debemos formar una sola familia si queremos subsistir varias siglos. David Grinspoon, astrobiólogo, en el Instituto de Ciencias Planetarias de Tucson en Arizona, en otro artículo escrito para la misma revista y que tituló "¿Cuánto durará la especie humana? Supervivencia profunda", afirmó: “El secreto de la supervivencia de nuestros ancestros radicó, probablemente, en la posibilidad de emplear el lenguaje para desarrollar nuevas formas de cooperación social”.
Y a la familia humana de esto últimos siglos le falta mucha cooperación, porque el egoísmo, la ambición del poder económico y político, se oponen al dialogo de la sostenibilidad y el bienestar para todos, que no es lo mismo que todos seamos iguales.
Diego Arias Serna
Profesor-investigador universidad del Quindío
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