LA CRÓNICA encontró algunos creativos, ecológicos, tradicionales, en miniatura, culturales y ubicados en sitios poco comunes. Aunque algunos se apagaron por la pandemia.
Los pesebres hacen parte de las tradiciones navideñas que por esta épocas congregan a las comunidades en torno a las novenas de aguinaldos y, de paso, propician la unión familiar y de los vecinos en los barrios, en los conjuntos residenciales y también de los compañeros de labores en las empresas.
Aunque la pandemia opacó la construcción de algunos llamativos que en el Quindío hacían reconocidas entidades y personas y que convocaban gran cantidad de público, situación que no es debida en las actuales circunstancias, muchos no dejaron menguar sus ánimos ni su espíritu navideño y sacaron a flote su creatividad para tejer pesebres con elementos reciclables, con plantas, con hilos, con telas, en fin, las posibilidades de usar variados materiales para hacerlos fueron tan infinitas como las ganas de perpetuar esta bella tradición.
LA CRÓNICA encontró caseros y tradicionales con la creatividad que brinda el arte y algunos llamativos por sus tamaños y por los materiales con los que fueron hechos.
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