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La fórmula de Friedman fue muy aplaudida por diferentes sectores de la sociedad, en ello se incluyen los padres de familia que no sabían en el fondo de qué se trataba. Estaban ellos con miedo de que sus hijos se quedaran sin estudio, y la salida era la educación privada.
Un economista –al parecer muy brillante–, tiempo atrás aprovechó una crisis que se ha había desatada en Nueva Orleans, EE. UU., para diseñar una idea de cómo se debía seguir administrando la educación pública en el futuro.
Los diques de Nueva Orleans se rompieron y sus aguas destruyeron las escuelas públicas de la ciudad. Pensó el gurú de la economía de libre mercado, Milton Friedman, que se trataba de una tragedia que se podía remediar. Claro está que no recomendó al gobierno destinar recursos para la reconstrucción de los centros de enseñanza. Sino que prefirió el diseño de cheques escolares para que los padres matricularan sus hijos en escuelas privadas.
La fórmula de Friedman fue muy aplaudida por diferentes sectores de la sociedad, en ello se incluyen los padres de familia que no sabían en el fondo de qué se trataba. Estaban ellos con miedo de que sus hijos se quedaran sin estudio, y la salida era la educación privada.
Otras voces se sumaron al modo como se puede aprovechar una calamidad pública para reformar, según la conveniencia del gobierno o grupos de presión. Al punto que otro economista de la misma línea de pensamiento respaldó dichas medidas: a saber arguye Hayek: “Milton Friedman a la que hemos hecho referencia, en el sentido de que se entregue a los cabeza de familia unos vales o bonos en virtud de los cuales puedan estos sufragar la educación de sus hijos en los centros de enseñanza que libremente elijan, ofrece grandes ventajas sobre los existentes esquemas”.
Similar a la estrategia anterior la pueden aplicar a nuestras circunstancias. De hecho, mientras a millones de personas en Colombia las invade el miedo, y están pegadas de algún santo para que no se infecten del virus, no cabe la menor duda de que el gobierno central prepara reformas para aprovechar la crisis. Prácticamente todos los poderes del Estado trabajan a media marcha, se extiende la emergencia, y en virtud de ella verían la oportunidad para crear más impuestos, como en el año 1999 crearon el gravamen 2x1000 para reconstruir el Eje Cafetero.
Mientras otros grupos ultraconservadores están convencidos de que la propagación de la pandemia es un castigo de Dios por aprobar el aborto y darles derechos a los homosexuales, los alcaldes y gobernadores de todo el país, que están dirigiendo desde sus casas la emergencia, no tienen claridad de cómo van a reconstruir económicamente sus municipios y departamentos. La crisis económica no ha comenzado con toda su fuerza, pero quizás el gobierno, en su mayoría administrado por los intereses empresariales privados, ve una gran oportunidad de dirigir los recursos públicos a través de otras organizaciones, porque los municipios y departamentos no sabrían cómo hacerlo.