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La situación disruptiva de la pandemia paralizó la economía de mercado. Esta no garantizó un sólido sistema de salud, muy por el contrario convirtió la salud en una mercancía a instancias de las EPS sorprendiéndonos sin capacidad de respuesta, lo que ha derivado en una trampa masivamente mortal.
La Escuela Austriaca de Economía, fundada por Karl Menger, B. Bawerk, y V. Mises y en la que Friedrich Hayek comenzó su actividad docente y de investigación, se fundamenta en la idea de la libre elección del consumidor como clave para entender el funcionamiento del mercado. Para esta escuela, la vida económica es “el resultado de las opciones individuales de todos los días, en todo momento a partir de criterios de valoración, que son propios de cada uno… así que la economía es el complejísimo ajuste de infinidad de actos reales de elección realizadas por la totalidad de los individuos”, lo cual resulta en una sociedad, no solo económicamente eficiente, sino equilibrada y moralmente sana. De acuerdo con esta escuela, la intervención del Estado en la economía no es necesaria y este solo debe generar el marco institucional de seguridad y confianza para que la esfera económica y moral funcione correctamente en la sociedad.
Estas premisas, que son axiomas para los fundamentalistas del mercado, son interpretadas como enunciados universales empíricamente verificables en todo momento y en todo lugar. Sin embargo, su universalidad ha sido puesta en duda por la crisis actual, resultado de la geométrica expansión del COVID-19. Karl Popper nos dice que basta con encontrar un solo cisne negro para falsar el postulado universal de ‘todos los cisnes son blancos’. La crisis del COVID-19 es hoy el ‘cisne negro’ que cuestiona las premisas de la economía del libre mercado.
La situación disruptiva de la pandemia paralizó la economía de mercado. Esta no garantizó un sólido sistema de salud, muy por el contrario convirtió la salud en una mercancía a instancias de las EPS sorprendiéndonos sin capacidad de respuesta, lo que ha derivado en una trampa masivamente mortal.
El Estado moderno, entendido como una constelación de instituciones públicas que gobiernan y conducen el destino de las sociedades, siempre ha sido vital en todas las esferas de la sociedad. Ha sido el caso incluso para quienes atribuyen los males de la economía a la intervención estatal en la regulación del mercado.
Ahora mismo, corporaciones, grupos financieros, gremios empresariales de todo tamaño, productores del campo, trabajadores, empleados, desempleados, ejércitos del rebusque, los mismos intelectuales y economistas orgánicos del fundamentalismo del mercado, en fin todos sin excepción, solicitan, exigen y esperan que sea el Estado el que asuma el control y nos salve de la catástrofe. La axiomática teoría del mercado, como instancia suficiente para construir el edificio social, se puede estar derrumbando.
Todos claman y reclaman del Estado la salvación de la tragedia porque la economía de mercado ha quedado paralizada. El coronavirus es el ‘cisne negro’ del fundamentalismo del mercado.