Desde agosto pasado, el programa del Gobierno nacional para subsidiar viviendas de interés social y prioritario se frenó.
Coincidió con el cambio de mandato presidencial la suspensión del desembolso de los subsidios aprobados para los beneficiarios del programa Mi Casa Ya. Los criterios de aprobación cambiaron, la postulación ya dependerá de la calificación del Sisbén que tenga el aspirante; les darán prioridad a proyectos habitacionales en municipios de tercera, cuarta, quinta y sexta categoría; habrá un trato especial para familias con condiciones especiales (por ejemplo, víctimas del conflicto); serán para viviendas tipo VIP, antes que para las VIS; y también se podrán postular para viviendas rurales.
Está muy bien la democratización del recurso económico que pretende el Gobierno nacional, pensar en viviendas rurales es un acierto y no concentrar los subsidios en ciudades capitales es lo más justo. El problema es que desde que el presidente Gustavo Petro asumió, quedaron metidos en la nevera los recursos para las familias que ya habían tramitado el subsidio, habían recibido un sí como respuesta y sentían que habían hecho realidad lo que tanto anhelaban. Esos sueños quedaron aplazados, hubo un frenón de marca mayor al sector de la construcción que da una mano importante en generación de empleo. A nivel nacional, las familias afectadas son unas cuarenta mil y en el departamento del Quindío casi tres mil familias esperan el desembolso del subsidio para lograr el cierre financiero y tener casa de interés social propia.
La ministra de Vivienda ha reiterado que el programa Mi Casa Ya le gusta mucho a este gobierno, pero no se le nota, no por ahora. Asegura la ministra Catalina Velasco que quienes ya tienen el derecho adquirido no se verán afectados, pero ya lo están, no hay claridad ni fecha certera de los desembolsos prometidos. Resulta más creíble pensar que tendrán que hacer nuevamente el papeleo, lo preocupante es que si eso pasa habrá más de uno que no va a clasificar y entonces la frustración y el perjuicio será para todo su núcleo familiar. En el departamento del Quindío hay más de seis mil viviendas listas para entregar, pero la plata no está y no parece que vaya a aparecer pronto.
El programa Mi Casa Ya ha sido exitoso. La estrategia del Gobierno nacional, desde su concepción, hace unos cinco años, acercó ese sueño de tener casa propia a miles de colombianos. Lástima que se haya perdido el impulso, se le puso y continúa con freno de mano, la cifra de ventas de viviendas tipo VIS de este año apenas supera levemente a la de pandemia (6.655 en febrero de 2023, 6.300 en abril de 2020). En febrero de 2022 hubo 18.470 ventas, casi el triple de lo que acaba de venderse. Desde agosto del año pasado, comenzó el declive del programa, hoy se necesitan más de tres billones de pesos para cumplirles a quienes quedaron en una larga y desesperanzadora lista de espera y para recomponer el rumbo este año. La voluntad del actual Gobierno nacional por mejorar el programa Mi Casa Ya, suma ya ocho meses de incertidumbre. Qué lástima.