Resumido en cuatro pilares, el gobierno nacional propuso una reforma pensional que promete ampliar la base de beneficiados, pero que genera dudas en cuanto a la sostenibilidad financiera.

Cumplió el presidente de la República, Gustavo Petro, con radicar durante el primer trimestre de este año el proyecto de reforma pensional. Se abre la discusión. A juicio de expertos se cumple con el deseo colectivo de ampliar cobertura y que la pensión de vejez no sea un privilegio, sino un derecho de esa mayoría que consagró su vida al trabajo y merece vivir dignamente y lejos de la mendicidad los últimos años de su parábola vital. Tanto las edades de jubilación (57 años para mujeres, 62 años para hombres), como las 1.300 semanas cotizadas se mantienen como requisitos para llegar a la anhelada pensión. Los derechos adquiridos no se tocarán.
Comienza su recorrido en el legislativo esta novedad del gobierno nacional. Queda en manos del criterio, ojalá técnico, de los congresistas el futuro del proyecto presentado bajo el título “Cambio por la vejez” y que, amparado en cuatro pilares, promete equidad. Los reparos sobre el proyecto de marras apuntan en la misma dirección: sostenibilidad financiera en el tiempo de este modelo. Palabras más, palabras menos, las críticas sobre el texto conocido presumen pan para hoy y hambre para mañana. Expertos coinciden en que el tope de la pensión, cotizando a través de Colfondos, estaría en los $2.7 millones, esa la cifra más optimista y eso si se logra llegar a las 1.800 semanas ahorradas.
Loable que esta reforma proponga que los viejos, sin importar el monto de lo que pudieron ahorrar durante su vida productiva, tengan un ingreso. De entrada, y ya con el lápiz de presidente y no con el de candidato, a Gustavo Petro le tocó aceptar que no será posible su promesa de campaña de pagarles a 3.5 millones de adultos mayores, que no clasificaron para pensión, $500.000 por mes; la mesada será de $223.000, para 2.5 millones de mayores de 65 años, clasificados como en pobreza extrema y vulnerables, una cifra que no alcanza el 50 % de lo que prometió cuando era candidato, pero muy superior a lo que paga hoy el programa Colombia Mayor.
Justo el reconocimiento, traducido en semanas cotizadas, a las mujeres dedicadas al cuidado de sus hijos. Valoran los académicos la creación de un fondo para el ahorro que proteja los TES o títulos de deuda pública. Genera optimismo las condiciones de transición, no parapetadas en la edad, sino en las semanas cotizadas. Lástima no haber rayado más sobre una posible pensión familiar, pero, como con todas las, según la primera lectura del proyecto, bondades de esta reforma pensional, lo que debe analizarse a fondo, en el mediano y largo plazo, es la sostenibilidad financiera de lo que habrá de aprobarse.
Lo que, además, parece que ocurre con esta reforma, es que corrige algunos vicios del modelo actual. Equilibrar un poco la balanza en cuanto al porcentaje de aportes del trabajador, manteniendo la cotización del 16 % (entre empleador y trabajador) para alimentar el fondo de solidaridad pensional, luce justo.