Las opiniones expresadas por los columnistas son de su total y absoluta responsabilidad personal, no compromete la línea editorial ni periodística de LA CRÓNICA S. A. S.
Contaba una crónica periodística sobre la inseguridad por la que atravesamos en Colombia, que, una vez levantado el último paro armado en Antioquia, la delincuencia acudió puntual a reclamarles a los comerciantes, su cuota extorsiva mensual retroactiva pese al mucho tiempo que estuvieron con locales cerrados por orden del clan del Golfo.
Un reconocido delincuente, alias el Negro Ober, notificó, tranquilo, por un video viral, su decisión de matar comerciantes y funcionarios por la captura de su esposa detenida como cómplice en sus crímenes.
Dos perlas apenas de la inseguridad creciente, que hace mucho rato le ganó el pulso al Estado, para decir, que cuando presentan en la televisión el presidente Bukele del Salvador con ese rosario de detenidos rapados, semidesnudos, en carrera, esposados en fila india, a más de un desavisado se le hace “agua la boca” pensando en lo que se podría hacer en Colombia, donde la delincuencia se pasea como Pedro por su casa ante la vista impune de todos, excepto de las autoridades que prefieren, no verlos o evitar embarcarse en detenciones que desembocan en las manos de jueces penales garantistas que más se demoran en presentarlos que en enviarlos de nuevo la calle.
Como sería satisfactorio, piensan, ver detenidos tantos atracadores, homicidas, extorsionistas, feminicidas y corruptos en un país, como el nuestro, donde las cárceles están llenas de pobres, no de delincuentes. Qué bueno construir mega- cárceles como las del Salvador para trasladar tanto malevo de la cómoda casa por cárcel con la burla del brazalete incluido, a las celdas carcelarias donde realmente purguen sus penas y así paliar el monumental fracaso estatal frente al crimen organizado.
Se preguntan muchos ¿Cómo lo habrá hecho Bukele, que aquí nosotros no hemos podido? Bukele acabó con la independencia judicial, para aspirar a la reelección inmediata a pesar de estar prohibida por la Constitución (¿se acuerdan de un caso parecido entre nosotros?). Su victoria en las elecciones de 2021 le dio una cómoda mayoría en la Asamblea Legislativa, entidad que destituyó de manera arbitraria a los integrantes de la Sala Constitucional de la Corte Suprema, equivalente a nuestra Corte Constitucional y nombró nuevos integrantes cercanos al presidente, que le abrieron la puerta a la reelección. Bukele no solo coptó la Sala Constitucional, ha usado las mayorías en la Asamblea para llenar la Corte Suprema con magistrados cercanos al gobierno y prevalido de esto estableció un severo Estado de excepción, que ha llevado arbitrariamente a la detención de más de 60.000 personas que reciben tratos crueles e inhumanos, como lo ha establecido A.I. y otras organizaciones humanitarias.
Como Maduro en Venezuela y Ortega, el tirano de Nicaragua, Bukele también está empeñado en la destrucción del Estado de derecho en El Salvador a nombre de la seguridad.
Así no es la cosa, hay que buscar otros caminos.