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La historia de la humanidad sabe del hambre, ha sufrido sus causas y consecuencias, hasta entenderla como la mayor vergüenza para quienes la padecen y quienes la provocan. Hace pocas décadas la gordura era sinónimo de salud y prestigio social, hoy los ricos ya no son los gordos; por eso se considera como una epidemia. Juana, aquella amiga, leyó de Elisa Cadena, subdirectora de Salud Nutricional, Alimentos y Bebidas que “la prevalencia de personas con exceso de peso en Colombia es del 56;4%, por lo que se ha convertido en un problema de salud en el país”.
El problema de la obesidad es mundial, afirmó Rusbel Caminante, porque según la Organización mundial de la Salud, OMS, en el universo hay 1.900 millones de adultos con sobrepeso y gordos 650 millones. Al pasar de moda, la gordura se convirtió en enfermedad para unos y el cuerpo atlético, en apariencia saludable, para otros. Agregó que lo cruel de esta apreciación resulta de entender que existe casi igual número de desnutridos que de subnutridos; de los que aguantan hambre, como de los que comen en exceso. Concluyó que el hambre atacó a los tradicionales pobres y ahora contra atacó a los nuevos pobres, aquellos que no tienen otra garantía que solo comer harina, azúcar, grasa y sal.
Juana, aquella amiga, supuso que la falta de control individual para evitar la gordura es una mentira, porque al considerarla como una moderna faceta del hambre resulta evidente que la comida sana, como consumo de verduras y frutas, es asunto de ricos. Vista así, el hambre siempre afecta a los pobres, vivan en países ricos o pobres. Mientras los precios de las comidas preparadas con verduras y frutas crecen, los de las llamadas comida chatarra bajan. Se apoyó en Martín Caparrós para decir que en Estados Unidos “…Con tres dólares se pueden comprar unas 300 calorías de frutas y verduras o 4.500 calorías de papas fritas, galletitas y gaseosas, El que quiere y puede comer para no atiborrarse de calorías, compra fruta y verdura. El que necesita comer para conseguir un mínimo de calorías, compra basura”. –El hambre, página 368 -.
Creo que la comida que les falta a unas personas la consumen otros, afirmó Rusbel Caminante, porque los obesos se están comiendo los alimentos que los hambrientos no pueden comprar. Para ambos el hambre es condición de pobreza, para aquellos porque solo pueden comprar lo que engorda y, para estos, porque no tienen manera de comprar alimentos. Consideró que ser gordo, hoy en día, podría significar ser también pobre. Concluyó con Caparrós que en los países como Colombia “…la malnutrición pasó del defecto al exceso; de la falta de comida a la sobra de comida basura. La malnutrición de los pobres de los países pobres consiste en comer poco y no desarrollar sus cuerpos y sus mentes; la de los pobres de los países ricos consiste en comer mucha basura barata –grasas, azúcar, sal – y desarrollar estos cuerpos desmedidos”.