Opinión / JUNIO 07 DE 2023

Género en niños y adolescentes

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Hace días en un grupo donde participan pediatras, psicólogos y algunos profesionales que tienen que ver con temas del desarrollo infantil de la crianza y de procesos familiares, alguien envió una información sobre una capacitación que trataba de abordar temas de género en niños y adolescentes. La publicidad decía: “Niños y adolescentes trans”. Me llamo la atención que una de las personas de este grupo empezó a decir que cómo podría alguien pensar que un niño o adolescente podría tener una identidad de género distinta, que eso era algo de adultos que dejáramos a los niños tranquilos, que lo único que hacíamos al tratar de indagar y conocer el tema era promulgar una “ideología de género” que causaría más malestar en el desarrollo infantil. 

Tal vez el desconocimiento de muchas personas en nuestra cultura hace que aún en el 2023 tengamos miedo, que los padres se sientan vulnerables y sin herramientas para afrontar una situación donde su hijo o hija tenga una expresión de genero diversa o donde no encuentre en su sexo biológico la representación de su propia existencia. 

No existe una ideología de género diferente a lo que la cultura por muchos años ha impuesto en las familias y donde se dan procesos de identidad que encasillan a los hombres y mujeres biológicas en un estereotipo, es decir: color azul, carritos, pelotas y juegos bruscos para niños, color rosado, muñecas, cocinita, bebés y teteros para niñas. Todo esto se da de manera natural y cada familia es libre en la forma en cómo asume o aprende a afrontar cada situación. 

Sin embargo, debemos entender que las manifestaciones del género como constructo social y que no tienen nada que ver con la orientación sexual ni con el sexo biológico se da en los niños desde muy temprana edad y es responsabilidad de todos los profesionales en el tema, de entender y afrontarlo desde procesos mucho más científicos y ligados a lo que sería el sano desarrollo individual. 

Desde la primera infancia hay niños y niñas que manifiestan gustos, motivaciones e identificaciones con algunos procesos o conductas que se han atribuido al género opuesto, en estos casos no se puede culpar a una ideología, ni una imitación, ni un ejemplo, ya que se ha encontrado que en la mayoría de los casos el ejemplo o los referentes son ajustados al parámetro atribuido natural. 

¿Qué deberíamos hacer ahí? ¿Será mejor pensar en dejar a los niños quietos y no entender lo que pasa en su propia naturaleza? Creo que la respuesta es no. Siempre debemos entender la particularidad en el desarrollo y asumir posiciones imparciales que vayan acordes con el bienestar de cada individuo. 

Tal vez en algunos casos no afrontarlo lleva a los niños a una crisis de identidad donde se queda sin una red de apoyo y donde siente culpa por sus propias vibraciones naturales. No se trata de obligar, vender o imponer, simplemente de entender que todos somos particulares, únicos, irrepetibles y que podemos expresar la energía del amor desde cualquier expresión, de género, orientación y sexualidad. 


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