Opinión / MAYO 28 DE 2023

La excesiva vanidad para ocultar una baja autoestima

Las opiniones expresadas por los columnistas son de su total y absoluta responsabilidad personal, no compromete la línea editorial ni periodística de LA CRÓNICA S. A. S.

La vanidad obsesiva no siempre es un sinónimo de amor a sí mismo, sino de sentimientos de inferioridad. 

El culto al cuerpo y la excesiva vanidad no siempre son solo hábitos de autocuidado en los que un individuo se cuida sanamente.  

Existen peligrosos y delgados límites entre lo que es una vanidad sana y una patológica que puede estar poniendo en evidencia la presencia de síntomas ocultos como profundos sentimientos de inferioridad, inseguridad frente a las relaciones interpersonales, una baja  aceptación y reconocimiento de sí mismo (a) que afecta la consolidación de una identidad definida y estable y un excesivo temor a la desaprobación la crítica o el rechazo, por lo cual se genera una formación reactiva que consiste en buscar a toda costa obtener una imagen física que corresponda lo más adecuadamente posible a los estereotipos y cánones, de  la sociedad de consumo y  las superficiales  redes sociales. 

Hablamos del valor del ser que antes debe parecer, aparentar, presumir y sobresalir como una joya preciosa, pero vacía por dentro, o con poco valor real como el oro falso que a veces brilla y resplandece, pero que realmente esconde lo opuesto. 

Muchas veces el tamaño de la autoestima de una persona es inversamente proporcional a la necesidad de verse lo más perfecto posible. Esto esconde realmente, cuán imperfecto se siente por dentro y entre mayor la obsesión mayor es el nivel de neurosis, sufrimiento interno o psicopatología interna ocultando una autoimagen lesionada, unas tendencias depresivas y una elevada y latente ansiedad con la que el sujeto lidio a diario, por lo cual, cualquier imperfecto, grano de acné, sobrepeso o mancha en su piel puede constituir una completa tragedia.  

Un viejo refrán ya advertía: “Dime que te jactas y te diré que careces”.  La necesidad de excesiva aprobación, adulación o admiración social puede ser la señal de lo profundamente solo (a), inseguro, e insatisfecho que se encuentra un individuo consigo mismo.  

La relación más importante de un ser humano es consigo mismo como base para una buena, estable y funcional salud mental 

Dicho esto solo desde la autoafirmación intrapersonal el individuo podrá entregar todo su potencial sentimental y productivo a la sociedad ya que la autoafirmación le hace querer dar lo mejor de sí mientras que una autoimagen frágil debilitada o muy vulnerable condiciona al individuo a centrar todos sus esfuerzos y energías en verse; poseer; aparentar; lucir, mientras su funcionalidad como individuo puede ser limitada, sus relaciones superficiales y su capacidad de dar y recibir afecto estar menguada ya que sus relaciones pueden ser meramente instrumentales o utilitaristas. 

Cuando las relaciones son instrumentales, cuando el sentido del hombre es el tener, o aún peor, el parecer más que el cultivar el ser o su crecimiento interno, nos enfrentamos a un individuo vacío y tal vez muy despampanante por fuera, pero profundamente vacío por dentro.  

Obsesión por cirugías estéticas, dietas excesivas, cuerpos perfectos, y la obsesión con la belleza pueden ser trampas que ocultan una peligrosa y débil imagen profunda de sí mismo (a) que debe ser tratada para que más allá de la belleza, o de la transitoria belleza el individuo se ame y afirme. 

La psicoterapia permite que el individuo se reconozca, y antes que nada cultive una relación de autoafirmación consigo mismo a partir del autoconocimiento, el autoperdón y el amor propio. 


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