Opinión / MARZO 02 DE 2023

Territorio Quindío

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El departamento tiene condiciones especialísimas en materia de territorio. No solo somos espacio y geografía, una porción de la corteza terrestre que nos tocó en la repartición de los espacios en el globo, dotada de ríos y montañas, de valles y páramos, de climas y topografías diversos. La interacción de nuestra cultura sobre este espacio nos permitió crear un territorio con peculiaridades que nos hace únicos e irrepetibles.

Quienes nos sacaron de la condición de provincia y nos convirtieron en departamento, debilitando, de paso, un Caldas fuerte, pensaron esencialmente en la política electoral: crear un feudo nuevo para elegir representantes, senadores y gobiernos seccionales propios. Nació, entonces, una estructura departamental débil, con poco presupuesto, sin propósitos claros de coordinación, cohesión, sin visión de conjunto.

Pero ahí estamos, 1.845 kilómetros, 600.000 habitantes una geografía diversa y una cultura homogénea, una región con el reto de convertirse en eje para el impulso de las políticas de desarrollo económico y social, y unos espacios divididos en municipios, sin articulación, vaya y pregunte por el desamparo en la cordillera, por ejemplo.

Y aquí viene lo importante, de lo que no somos muy conscientes, con esa cultura asentada en este territorio verde, esas condiciones del clima y topografía, infraestructura, la ubicación en todo el centro de Colombia, nuestro territorio se constituye en algo más que la suma de sus recursos naturales y sociales: en sí mismo el territorio Quindío es el renglón más importante de nuestra riqueza. Y eso no lo hemos aprovechado para la articulación del desarrollo porque no hemos construido un proyecto común.

Hay territorios más pequeños como San Andrés o Bogotá Distrito Capital, pero muchos más heterogéneos, con más presión social y otros más homogéneos como los departamentos de Antioquia, Tolima o Boyacá, con espacios tan grandes, de 100 o más municipios que hacen difícil la gestión del territorio.

Sin embargo, nos comportamos desde lo geopolítico como si fuéramos pueblos distintos y distantes, por lo menos desde lo institucional, no aprovechamos las sinergias de la cercanía, de la identidad para constituir un colectivo regional. Todavía estamos sometidos a los viejos esquemas institucionales que hacen de cada municipio un interlocutor distraído e independiente haciendo de manera repetida su propio discurso.

Los municipios son básicos en el ordenamiento territorial y los departamentos deben cumplir mejor su función de coordinadores del desarrollo de los municipios. Pero necesitamos avanzar en la asociatividad regional, en la integración territorial, para eso hay otras herramientas de planeación para diseñar y construir políticas públicas para afrontar los retos de carácter regional que no pueden enfrentar los flacos presupuestos municipales o departamentales.

El Área Metropolitana obliga a la concertación de esfuerzos, pero la metropolitanización tiene que empezar en la mentalidad de los quindianos.


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