Las opiniones expresadas por los columnistas son de su total y absoluta responsabilidad personal, no compromete la línea editorial ni periodística de LA CRÓNICA S. A. S.
Desde los tiempos nebulosos de la baja Edad Media, donde nacen las pioneras en Bolonia, Oxford y Cambridge, las universidades han sufrido transformaciones permanentes que las van acompasando con el ritmo de la evolución de las sociedades. Pero esas comunidades iniciales de maestros y estudiantes, ligados siempre por la enseñanza y la producción del saber, terminaron por instaurar también vigorosos debates y polémicas alrededor de temas puntuales que enlazaban el conocimiento con el fragor de la praxis de las sociedades de esos tiempos.
La universidad actual ha perdido buena parte del impulso en materia del pensamiento crítico y dialéctico aplicado a su entorno social, ha perdido paulatinamente brillo y protagonismo como actor en el desarrollo de la sociedad, sacrificados, en el altar de los unanimismos y de la conformidad con que muchos de estos centros pretenden contemporizar con gobiernos y otros factores de poder.
En nuestra región parece a veces que la universidad calla, que no participa de la discusión sobre los asuntos importantes de la sociedad. Parece que no hay opiniones o que estas se quedan en el aula o en el laboratorio: temas como los énfasis entre turismo y agroindustria, las afectaciones al medio ambiente con los cultivos de aguacate, el agua y el acelerado crecimiento urbano de Armenia y demás municipios, la migración desbordante, nuestro estrategia de integración regional o local, o ahora la discusión sobre RAP o la creación de un Quindío Metropolitano, o la implementación de una gran estación nacional de carga en Calarcá por ejemplo, parece no concernir a las universidades de la región.
Por estas consideraciones, es muy satisfactorio conocer el interés del nuevo rector de la Universidad del Quindío ingeniero Luis Fernando Polonia, por la problemática del territorio, tiene, entonces, dentro de los parámetros de su Plan de Gestión, fortalecer este centro de educación superior y actuar sobre la realidad circundante, cuando dice que se debe precisar las nuevas tipologías de proyectos en torno a las necesidades del territorio y confrontar planes de estudio frente a las necesidades locales y regionales.
Docencia, investigación y extensión son los tres pilares de las instituciones de educación superior, la docencia unida a la investigación debe generar el conocimiento, la extensión permite difundirlo no solo para transformar la acción en el aula, sino para propiciar cambios en el contexto extrainstitucional, es decir, ponerse al servicio de la sociedad, que demanda la sustancia intelectual que tiene la universidad como tanque de pensamiento.
Ya era hora de incluir estos temas en la Uniquindío, le auguramos éxitos al doctor Polanía.