Las opiniones expresadas por los columnistas son de su total y absoluta responsabilidad personal, no compromete la línea editorial ni periodística de LA CRÓNICA S. A. S.
El Día del Idioma celebrado ayer debió permitirnos reflexionar en que buena parte de nuestro vocabulario parece más bien un amontonamiento de palabras introducidas por la fuerza del uso y la costumbre, sin que haya mediado alguna consideración académica para legitimarlas.
De otra parte, afirmar que solo por la entonación en Armenia se hable el mejor Español del mundo, requiere discusión.
Qué tal que en medio de la celebración, hubiésemos encontrado esta expresión: “Yo sé que TÚ te vas y que USTED no se vuelve a acordar de mí porque así sos VOS”...pues habríamos reído sin parar.
De manera coincidencial, algo similar se escucha al marcar el número de la línea telefónica a través de la cual una empresa de salud asigna citas con médicos generales o especialistas, así como para la realización de pruebas diagnósticas o determinados procedimientos; en esa línea se encuentra esta perla: “TU expectativa, nuestro reto y TU bienestar, nuestro propósito. USTED tiene derecho a recibir un trato digno…” (que debería empezar con una propaganda respetuosa de las exigencias del idioma)…así como disponer los avisos en sus sitios de atención, de tal manera que puedan leerse de izquierda a derecha (1-2-3, como es lógico y usual), no como si se tratara de otro idioma que se lea de derecha a izquierda (3-2-1).
Ni las vallas escapan al maltrato de la lengua, ya que en una de ellas se destaca con el mejor “Stylo” la palabra “extenciones”, así con c, para referirse a las prolongaciones utilizadas para alargar el cabello.
Como si lo anterior no bastara, deben agregarse los vulgarismos, (utilizados por el vulgo), no términos soeces, entendidos como palabras o frases que se emplean en forma incorrecta, como “agarré y se lo dije”, “arrancó la reunión” (siendo muy usual que muchas cosas arranquen), “cómo tas”, “dijistes”, expresiones que siendo frecuentes en el lenguaje coloquial, denotan falta de formación en quienes las utilizan.
Por su parte, los barbarismos consistentes en pronunciar o escribir mal ciertas palabras, o emplear vocablos impropios por creer que tienen cierto significado, cuando en verdad es otro, invaden el lenguaje, por ejemplo: naides, guevo, fuistes.
De manera similar se dan los idiotismos, expresiones o palabras propias de una lengua usadas en contra de la gramática, como “es más mejor”, o “menos peor”, o al crear por derivación palabras inexistentes como alcanzabilidad, refrescancia, expulsación, controlabilidad, o gobernancia.
La actual tendencia a abreviarlo todo hace que se salude por la mañana con la simple e irreverente expresión “buenas”, para terminar diciendo, con mucho gusto “doc”, que en la mayoría de las veces se pronuncia y se escucha “dog”…qué tal?
De otra parte, los arcaísmos son palabras o expresiones anticuadas que insisten en permanecer, frente a las cuales aparecen neologismos o términos nuevos para denominar conceptos aportados por la ciencia, la tecnología y la modernidad.
Mientras el xenismo se refiere a palabras extranjeras que no tienen traducción literal, como “on line”. “airbag”, “casting”, ”fashion”, o “light”, los extranjerismos son términos de idiomas extranjeros que se usan como cualquiera palabra nativa, como ok, jeep. stickert, voucher o yogurt.
En definitiva, son muchos los “ismos” que atentan contra la pureza del idioma.