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Por Ejemplo / ENERO 26 DE 2024 / 3 meses antes

Hernán Cortés Quiceno, el fotógrafo detrás del terremoto

Autor : Laura Maria Espinosa Estrada

Hernán Cortés Quiceno, el fotógrafo detrás del terremoto

Unas imágenes históricas fueron las que este aficionado de la fotografía intentó tomar, con un protagonista poco convencional, el pueblo en ruinas.

Hernán Antonio Cortés Quiceno nació en un pueblo de Caldas, llamado Risaralda. Allí hizo la primaria hasta cuarto de bachillerato, para después llegar a la ciudad de Armenia a culminar sus estudios en el Rufino Sur, es el mayor de 9 hermanos. 

Llegó al Quindío con la intención de terminar sus estudios porque en su pueblo en ese entonces solo había hasta cuarto bachiller. En la capital quindiana se radicó donde unos tíos, estudió en el Rufino y prestó servicio militar en el Batallón Cisneros a los 6 meses de haber salido la ley de soldado bachiller.

Como uno de sus pasatiempos siempre tuvo a la fotografía, la que nació tiempo después de terminar su bachillerato y tras su búsqueda de oportunidades en la ciudad de Bogotá. “Llegué donde un tío, el papá de Orlando Quiceno, primo fotógrafo. Cuando estaba allá él empezó a estudiar fotografía, las formas y todos esos componentes, ahí me empecé a interesar y comencé a estudiar en libros cómo se hacía. Esto de la fotografía fue casi accidental porque yo tomaba fotos, hacía viajes, explorando y aventurándome más en el tema”. 

Y como un accidente también, la furia de la naturaleza le regalaría una de las mejores colecciones de fotos, fotos que hoy después de 25 años se encuentran enumeradas, seleccionadas, clasificadas y con direcciones. Con una Olympus 1000 capturó lo que sería la tragedia del 25 de enero de 1999, el terremoto en Armenia y una ciudad destruida. 

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Día del terremoto… 

Para ese entonces trabajaba en una multinacional. Yo tenía que empezar semana en Cartago, salí tarde acá de la ciudad, el terremoto me tomó entrando a Montenegro, iba en carro y este comenzó a maquearse como si se hubiera pinchado, cuando me di cuenta que era un temblor largo, que se empezaron a caer los postes de la luz y otras cosas, lo único que hice fue dar reversa y devolverme. Cuando empecé el trayecto, me di cuenta que ya no había carretera, todos los barrancos de los lados se vinieron y no había paso, Me fui a buscar la carretera antigua y también estaba tapada, afortunadamente no me vine por Pueblo Tapao, pero con la ilusión de llegar, me vine por Circasia, donde yo no vi mayor afectación. Yo llamé a mi casa a preguntar cómo estaban y por suerte no pasó nada, pero yo no tenía idea de más nada, en ese entonces vivía en Nissa Bulevar. A las 2 p. m. ya estaba en mi casa, y llegó un vecino informando que se habían caído Bomberos, la Policía, que el centro estaba muy destruído. Sin pensar en nada más salí de mi casa a pie, pasé por el Galán y vi unas casas caídas, igual por el Parque Sucre, cuando llegué a la Plaza de Bolívar, la asamblea apuntalada y lo único que pensé fue en la cámara, entonces me devolví desde ese punto solo por ella. Con dos rollos y el que había montado era el material que tenía y me vine. 

¿Cómo fue ese recorrido, qué ruta recuerda haber hecho en medio de todo lo que se estaba viviendo? 

Comencé a tomar fotos, de la asamblea por todo lado, del teatro Bolívar, del sándwich Cubano; seguí bajando y la calle 22 hacia abajo estaba caída, continué buscando la Policía y tomé las fotos, me volteé y todo para el Parque Cafetero caído, tomé más fotos ahí, pero no miré para el Parque Uribe donde estaba uno de los daños más grandes. Recuerdo mucho que tomé la foto del café Guadalajara que estaba en el suelo y me quedó el edificio Gran Colombiano en pie, de fondo; capturé también el edificio de Colmena, la Suzuki, la calle 21 con carrera 15 y me quedó la puerta del edificio Gran Colombiano a las 5:05 p. m. nunca lo olvidaré. Seguí bajando por la calle 21 y subí para Bomberos, estaba allí tomando dos fotos y empezó a sacudirse la tierra otra vez y ahí, extrañamente, se me acabó el último rollo. Un rato después me di cuenta de lo ocurrido en el Parque Uribe. Esa fue la razón para tomarlas, yo solo tenía una cámara y mi reacción fue salir a retratar momentos. 

En el momento en que tomaba las fotos, ¿qué pensaba, cómo vivía esa desolación, ese pánico? 

A mí no me dio miedo, me dio mucha impresión ver tantas cosas caídas, tanta destrucción, y ver cómo la gente corría desesperada, a pesar de que ya había pasado un buen rato. Me impresionó en bomberos que la gente era intentando ayudar, pero en realidad sin poder mover ni hacer nada. Lo único que me queda en la impresión esta última foto donde la gente estaba mirando con desolación y está pasando un helicóptero de fondo. Esto quedó registrado. Después de que pasó el momento caí en cuenta de muchas cosas, pasé cerca de donde vivía mi hermana y nunca se me ocurrió preguntar por ella, además, no supe rápido que el edificio que quedó en el fondo de una de las fotos, se había desplomado minutos más tarde. 

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¿Qué fue lo más impactante de esta labor que usted realizó en este momento? 

Desde hace un rato yo tengo un valor de la muerte distinto, siento que es algo natural, yo no me desespero ante las pérdidas, siento que el consuelo radica en atender a las personas y estas situaciones en vida, entonces de acuerdo a este propósito. La profesión como visitador médico me enseñó que hay que afrontar estos sucesos con naturalidad, la vida es un proceso. Claramente viví también el desespero y la impotencia, por ejemplo en bomberos. Ahora pienso en el riesgo que corrí exponiéndome a que me cayera una edificación encima, pero yo en realidad quedé asombrado con la impresión, la fortaleza y la potencia de la naturaleza, contra lo que no pudimos hacer nada. 

¿Qué fue lo que más lo marcó? 

Lo que más me marcó fue ver el desespero de la gente y saber que ante eso no se podía hacer absolutamente nada y tanta destrucción, todo en el suelo, por donde uno mirara. Me impresionó también ver una camioneta en la que iban como de fiesta, contentos, filmando y tomando aguardiente. 

Hoy, después de 25 años, ¿qué le genera haber capturado ese montón de recuerdos que casi nadie tiene? 

Yo pienso en que salí a tomar las fotos pensando en que ese momento no se podía desaprovechar porque no había otro. Me transportan al momento claro, de la angustia y la desesperación por tratar de rescatar personas y salvarse, pero lo impresionante es pensar en el después, cuando la gente volvió a la realidad que ahí sí se vivió un desespero impresionante, los saqueos, el terror, sin agua, sin luz, sin energía. Por eso es que tengo todo el material, porque ninguno acá tuvo la oportunidad de ver en un televisor lo que había pasado, en cambio la gente de afuera sí. 


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