Autor : David Salazar
Las armas fueron entregadas bajo la comandancia del coronel Carlos Eduardo Vanegas Ávila.
La ceremonia fue presidida por el comandante de la Octava Brigada del Ejército Nacional, coronel Carlos Eduardo Vanegas Ávila.
En una ceremonia presidida por el comandante de la Octava Brigada, de la Quinta División, del Ejército Nacional, coronel Carlos Eduardo Vanegas Ávila, con la asistencia de las autoridades de la región y las familias, 72 mujeres soldados jóvenes, que decidieron prestar su servicio militar de manera voluntaria, recibieron las armas que de forma legítima la República les entrega.
“En el marco de la Operación Ayacucho, muchos colombianos deciden hacer parte de la empresa más grande del país: el Ejército Nacional. Engalanando la plaza Bolívar, son acompañados por los habitantes quienes expresan admiración por su valentía y arrojo al asumir con honor, el compromiso que los identifica como defensores de la patria”, manifestaron desde el Ejército.
Y añadieron: “Las nuevas integrantes del Ejército provienen de distintas regiones del país y a todas las une el mismo sentimiento patrio y vocación de servicio, portando el uniforme camuflado y en su pecho llevando el nombre Ejército Nacional”.
Luego de un mes de hacer parte de instrucción en sus unidades, estas jóvenes culminan su primera etapa, ya que posteriormente realizarán la segunda fase de entrenamiento en el Batallón de Instrucción y Entrenamiento N.°8, hasta estar preparadas para asumir los distintos roles que la institución les asigne a fin de aportar a la seguridad y desarrollo del departamento del Quindío.
El compromiso de las autoridades es que cualquier ciudadano colombiano, de manera voluntaria, pueda estar en el Ejército Nacional.
Inolvidable
No importó la lluvia que cayó en la tarde de este viernes en Armenia, el frío que produjo la misma y la distancia desde los lugares de origen de cada una de estas mujeres militares.
Padres, familiares, amigos orgullosos, lágrimas de felicidad, abrazos, honor y orgullo estuvieron presentes durante el acto protocolario que permanecerá en la mente y en los corazones de las nuevas soldados.
Luz Dary Tonuela, con su imponente traje de la comunidad indígena a la que pertenece, expresó su sentimiento de orgullo al ver a su hija con un carácter distinto y llena de fortaleza, después de un mes, cuando la despidieron en la guardia de la unidad militar: “Verla hoy aquí con su uniforme, marchando y cantando el himno nacional es una emoción muy grande porque es un sueño de niña hecho realidad y espero que pueda llegar muy lejos no solo como soldado, también continuando su vida militar.”
“Estas mujeres llegaron al Ejército Nacional para abrirles paso a las demás jóvenes que quieren ser soldados del Ejército Nacional y continuar a través del tiempo un legado de disciplina en la carrera de las armas”, manifestaron las autoridades.
