Autor : Gipsy Lozano López
Se registra un aumento progresivo de los casos de dengue en el país y en Sudamérica.
En lo transcurrido del año, se han registrado al menos 7.636 casos de dengue en el país, según el Instituto Nacional de Salud. Una enfermedad que también ha ganado terreno en Sudamérica, debido a la propagación del mosquito Aedes aegypti, su vector principal. El cambio climático es uno de los factores que ha permitido su adaptación a altitudes que superan los 4.000 metros sobre el nivel del mar. Según advierte la Secretaría de Salud de Armenia, el año pasado se reportaron 153 casos de dengue al Sistema Nacional de Vigilancia (SIVIGILA), mientras que en lo que va de este año, hasta el 1 de abril, se tiene evidencia de 500 casos.
Sumándose a los esfuerzos por abordar la creciente amenaza del dengue, un equipo multidisciplinario liderado por el doctor Jhon Carlos Castaño Osorio, experto en inmunología molecular y docente titular del programa de Medicina de la Universidad del Quindío, ha alcanzado un hito crucial en la investigación médica al identificar la curcumina como un prometedor agente terapéutico contra esta enfermedad viral transmitida por mosquitos.
Para comprender la importancia de la curcumina, es fundamental examinar en detalle el mecanismo de acción de este compuesto natural y la biología del virus dengue, explica el doctor Castaño, quien resalta lo significativo que esto resulta al momento de encontrar soluciones efectivas, ya que actualmente no existen tratamientos específicos para el dengue.
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La estrategia del virus
Este virus es un flavivirus de ARN, que está rodeado por una capa externa de lípidos, y su material genético reside en una única cadena de ARN de polaridad positiva. Es decir, son tan parecidos al ARN mensajero de nuestras células que se pueden permitir utilizar la maquinaria celular de nuestro cuerpo para replicarse.
“Los virus necesitan vivir dentro de las células, son parásitos intracelulares. Es decir, ellos tienen que estar dentro de nosotros y dentro de las células nuestras. Lo que hacen los virus es poner las células nuestras a trabajar para ellos”, explica el investigador Jhon Carlos Castaño, quién también es líder del Grupo de Investigación en Inmunología Molecular (GYMOL), de la Uniquindío.
Así que cuando entra en el cuerpo humano, a través de la picadura del mosquito infectado y se aloja dentro del torrente sanguíneo, el virus infecta a las células del sistema inmune, particularmente a los monocitos, utilizando proteínas de su envoltura para interactuar con los receptores de la célula huésped y penetrar en su interior. Una vez dentro, el virus aprovecha los mecanismos de la célula para replicarse y propagarse. Es decir, el monocito se convierte en el vehículo del virus y, una vez logra su cometido, hace que las células trabajen para él, convirtiéndolas en una especie de fábrica viral. Es bastante astuto.
“Cuando las personas ya están infectadas por el virus el sistema inmune comienza a defenderse. Es ahí cuando tenemos manifestaciones clínicas: fiebre, dolor de cabeza, malestar general, dolor en articulaciones y en los músculos, y eso va progresando, podría llegar a un compromiso hemorrágico”, advierte el científico uniquindiano.
La estrategia de la curcumina
La curcumina tiene propiedades biológicas poderosas y es el principio activo de la cúrcuma, una especia de color amarillo–anaranjado obtenido del rizoma de la planta del mismo nombre, cultivada principalmente en la India y usada muy frecuentemente en distintos platos culinarios.
Junto al doctor Jhon Carlos Castaño, también han trabajado la doctora en Ciencias Biomédicas Leidy Lorena García y el doctor Leonardo Padilla quien propuso que la curcumina podría funcionar como antiviral, específicamente, contra el dengue.
Así pues, experimentos en ratones de laboratorios, llevados a cabo por el equipo de investigación, han revelado que la curcumina, al entrar en contacto con las células infectadas, desencadena un proceso conocido como estrés del retículo endoplásmico, induciendo la apoptosis o muerte celular programada. Este mecanismo impide la replicación del virus y su posterior propagación a otras células, al tiempo que estimula la respuesta inmune del cuerpo para eliminar las células infectadas.
Además de su efecto directo sobre las células infectadas, la curcumina también muestra propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, lo que contribuye a mitigar los síntomas asociados con el dengue, como la fiebre, el dolor articular y muscular, y las erupciones cutáneas.
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La estrategia de los científicos uniquindianos
Sin embargo, el desafío reside en garantizar que la curcumina pueda alcanzar en el cuerpo humano los tejidos afectados en cantidades suficientes para ser efectiva. Para abordar este obstáculo, el equipo de investigación está explorando diversas estrategias de administración, como el uso de liposomas como vehículos de entrega para mejorar la biodisponibilidad y la distribución del compuesto en el cuerpo.
A pesar de enfrentar desafíos financieros y técnicos, el trabajo pionero de los doctores Castaño, y Padilla, al igual que el de la doctora García y el grupo de investigación GYMOL, ha avanzado lo suficiente como para ofrecer una nueva esperanza en la lucha contra el dengue. El propósito es desarrollar con éxito una forma en la que la curcumina pueda ser absorbida efectivamente por nuestro cuerpo, de lograrse, estaríamos ante uno de los avances revolucionarios en el tratamiento de esta enfermedad debilitante, y salvar miles de vidas.
