Autor : Nathalia Baena Giraldo/ Especial para Nueva Crónica del Quindío
Proceso de identificación y evaluación de los servicios ecosistémicos de la zona boscosa urbana de la Universidad del Quindío.
Los árboles almacenan carbono, remueven material particulado y evitan deslizamientos por lluvias.
La disminución del dióxido de Carbono que produce el calentamiento global y la conservación del ambiente son problemáticas que están en la mesa de discusión mundial. De ahí la necesidad de reconocer cómo nos relacionamos con la naturaleza y evidenciar, de forma muy clara y pertinente, que el bienestar humano depende de las condiciones del entorno natural.
Es por eso que, bajo la tutoría de la doctora en ciencias ambientales y docente uniquindiana, Ligia Janeth Molina Rico y seis estudiantes del semillero de investigación llevaron a cabo el proyecto “Evaluación de los servicios ecosistémicos que aporta la vegetación arbórea en la Universidad del Quindío”. Cuando se habla de servicios ecosistémicos, se hace referencia al aporte que hacen las funciones y procesos ecológicos al bienestar humano.
Los estudiantes investigadores del proyecto fueron Estefanía Arango, Edwin Velasco, María García, Pammela Caicedo, Nathalyen Echeverri y Jonier Silva, todos pertenecientes al programa Licenciatura en Ciencias Naturales y Educación Ambiental, y al grupo de investigación en Biodiversidad y Educación Ambiental, Bioeduq, de la Universidad del Quindío.
La investigación se dividió en dos fases. Pammela Caicedo Buitrago, estudiante investigadora, explicó que “en la primera se identificaron y evaluaron los servicios ecosistémicos de almacenamiento y fijación de carbono, remoción de material particulado y evitación de escorrentía (deslizamientos a causa de la lluvia) que ofrece la vegetación arbórea del campus universitario. El muestreo se realizó a través de parcelas circulares en el sendero Cedro Rosado y del censo completo del arbolado urbano con el registro de variables dendrológicas que se evaluaron a partir el software I-TREE (de la Agencia Forestal de Estados Unidos), para cuantificar los servicios ecosistémicos generados por cada árbol. La segunda fase consistió en la socialización y sensibilización de resultados con la comunidad universitaria.
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Los árboles: guardianes del medio ambiente
En esa importancia relación hombre/naturaleza, explica Molina Rico, aparece una apuesta teórica por comprender el territorio como un sistema socioecológico que permite evidenciar la articulación de dos componentes fundamentales: los ecosistemas y su condición biofísica; y cómo, a su vez, los sistemas sociales se articulan a esa naturaleza. De allí surge el término de servicio ecosistémico, que puede pensarse además como el don que nos da la naturaleza para vivir.
Distintos autores coinciden en que los servicios de regulación se clasifican en la regulación atmosférica, la regulación climática, la regulación y disponibilidad hídrica, la formación del suelo, la regulación de nutrientes, la polinización, el control biológico, la función de refugio, entre otras. La Universidad como custodia del bosque urbano más grande de la ciudad es muestra de la necesidad de articular a la sociedad con la academia, instituciones gubernamentales, empresas y entidades medioambientales para proteger las zonas boscosas urbanas y rurales.
Si bien es cierto que los árboles se han ido adecuando a la ciudad, el crecimiento acelerado de la población humana y de las infraestructuras urbanas deterioran los servicios ecológicos que los bosques ofrecen. En ese sentido, este tipo de investigaciones pretende concientizar a la sociedad de que los fragmentos boscosos y el arbolado urbano de las ciudades no sólo son elementos estéticos y recreativos; por el contrario, son de vital importancia para el bienestar humano y la mitigación del impacto ambiental generada por la misma humanidad.
Beneficios ecológicos y bienestar humano de las zonas arbóreas
El sendero Cedro Rosado de la Universidad del Quindío es el área natural más grande que hay a nivel de los relictos boscosos dentro del municipio de Armenia. Por eso, en este fragmento boscoso se registraron, en esta investigación, 152 individuos distribuidos en 31 especies, de las cuales Otoba lehmannii, Tabernaemontana litoralis y Nectandra sp son las más dominantes.
En cuanto a los servicios ecosistémicos, se estima que estos árboles eliminaron 31,83 kg de la contaminación del aire. Respecto al secuestro bruto de Carbono, los árboles del Sendero Cedro Rosado fijaron 829,8 kg por año y la especie Otoba lehmannii secuestra alrededor de 400 kg de Carbono. Asimismo, este fragmento boscoso almacena 20,2 toneladas de Carbono y ayuda a reducir el escurrimiento por casi 69,5 metros cúbicos al año.
En el arbolado urbano se identificaron 298 individuos, los cuales almacenan un aproximado de 147 toneladas de Carbono, 2.304 toneladas de secuestro de Carbono, 133 kilogramos de eliminación de contaminantes y un escurrimiento evitado de casi 294 metros cúbicos al año.
Finalmente, estos no son tan sólo datos. Molina Rico comentó que los resultados son un insumo para la Mesa Ambiental de la Universidad del Quindío y para el departamento, pues con esto “le decimos a los habitantes de Armenia y del territorio quindiano que cada uno de los árboles que ven cada día en su barrio, en su parque, en su lugar de trabajo les permiten mejorar su condición de vida, aportan a su bienestar y ayudan a mitigar el daño medioambiental”.
